viernes, 29 de marzo de 2019

DE PASEO POR MARRUECOS (IV): CHEFCHAOUEN, CHAUEN

La ciudad de Chauen se encuentra situada en el noroeste de Marruecos, a unos 40 kilómetros de la costa, en el extremo occidental de la cadena montañosa del Rif. Es el centro administrativo de la provincia del mismo nombre. 
El nombre Chauen proviene de la palabra berberisca shawen, que significa "cuernos", debido a las cumbres montañosas que dominan la ciudad. De manera que el nombre oficial marroquí Chefchaouen (Shifshawen) significa "mira los cuernos". Este nombre pasó al español inicialmente como Xauen, aunque desde tiempos recientes se utiliza más la forma Chauen. Chauen no aparece mencionada en buena parte de la cartografía de los siglos XVII al XX, posiblemente por la prohibición de acceso a la ciudad que comentaremos más tarde.


La ciudad se fundó en 1471 sobre una pequeña población bereber y fue habitada, en gran parte, por exiliados de Al-Ándalus. Su fundador, Moulay Ali Ben Rachid, la construyó inicialmente como defensa contra los portugueses, continuando así la obra iniciada por su primo Abi Joumâa. Según cuenta la tradición, la hizo parecerse al pueblo andaluz de Vejer de la Frontera puesto que le había prometido a su esposa Lalla Zahra, una noble española convertida al Islam, que la ciudad se parecería a su ciudad natal.
Chauen fue durante siglos considerada una ciudad sagrada, por lo que su acceso estuvo prohibido a los no musulmanes hasta 1920, año en el que los españoles tomaron la ciudad en cumplimiento del tratado de Algeciras de 1906. Francia y España se repartieron desde entonces la gestión colonial de Marruecos hasta su independencia en 1956.

Situación geográfica
La provincia de Chauen tiene una extensión de 4.350 Km2 y se sitúa en el extremo occidental de la cadena montañosa del Rif, cortándola de norte a sur, esto es, desde la costa, que recorre en 120 kilómetros, hasta las llanuras del sureste. El Rif se caracteriza por ser una formación montañosa reciente, lo que hace que sus picos sean altos y muy escarpados. Hay varios picos que superan los 2.000 metros, como Jbel Lakraa (2.159 m.), Jbel Tissouka (2.122 m.) y Jbel Tizirane (2.106 m.) (Jbel significa monte). En este contexto plenamente montañoso, la ciudad de Chauen se sitúa a 600 m. de altitud. Su situación en una pendiente hace que haya un desnivel entre la parte más alta y la más baja de la ciudad de 250 m. A su espalda está flanqueada por los montes Tissouka y Magou. Estas condiciones geográficas explican que su clima sea típicamente mediterráneo, lluvioso y frío en invierno y más caluroso en verano.


La población
La actual población de Chauen es fruto de una mixtura de gentes de orígenes diversos que se fueron incorporando a la vida de la ciudad a lo largo de sus más de cinco siglos de historia. De un lado, los chaueníes históricos, descendientes de los primeros bereberes, de las primeras familias fundadoras y de los miles de andalusíes que, llegados desde España entre los siglos XV y XVII, contribuyeron a aumentar notablemente el número de habitantes de la ciudad, a los que se sumaron algunas familias judías. De otro, los aportes de gentes de la montaña, bereber, de las comunas rurales y de otras ciudades como Tetuán, que desde el siglo XIX, pero especialmente desde la Independencia del país en 1956, han completado un paisaje humano diverso. A todos estos hay que sumar los cientos de extranjeros que han adquirido casa en Chauen en los últimos años, preferentemente en la Medina.
La población de toda la provincia ha pasado de 439.303 habitantes en 1994 a 524.602 habitantes, según el censo general de la población y el hábitat 2004. De ellos, unos 36.000 viven en la ciudad.
En la provincia, y como reflejo de ella en la ciudad, la población local se distribuye entre seis tribus: El Akhmas, Ghomara, Sanhaja, Ghzaoua, Bni Msara y Arhouna. Los miembros de estas tribus parten de un antepasado común, de manera que, dadas las estructuras familiares tradicionales que aun imperan en buena parte de Marruecos, podría decirse que todos forman una misma familia.

Historia
La falta de investigación arqueológica e histórica en la zona hace que no sepamos prácticamente nada de la población prehistórica que aquí pudo habitar, aunque, a poco más de 200 km. de Chauen, se han encontrado restos del Paleolítico medio, con más de 82.000 años.
Desde el punto de vista histórico, se conoce arqueológicamente la existencia en la costa de colonos fenicios que debieron entrar en contacto con las poblaciones autóctonas desde el siglo VIII-VII a.C, como era habitual en ellos. La región conoció pueblos que los marroquíes llaman del tipo Komaz, procedentes del Mediterráneo, que debemos identificar con los romanos, y cuyas huellas se evidencian en algunos restos que aún perduran. Unos ejemplos son el puente de Talambout, en Beni Zjel (junto a la ciudad, en la montaña), el puente de Magou (al Este de la ciudad) y los vestigios en la muralla de un edificio en ruinas en Qaâ Dchar (en la parte baja de la medina).
Los romanos colonizaron Marruecos, creando la provincia Mauritania-Tingitania el año 46 a.C. Para ello trajeron tropas que estaban formadas en buena medida por soldados hispanos. A los habitantes locales les llamaron barbari, término del que proviene la palabra Bereber. Fruto de esta colonización es la construcción de ciudades de la entidad de Volúbilis, cerca de Meknes, Lixus, en Larache o Tamuda, en Tetuán. En la región de Chauen, posiblemente en la costa, fundaron una ciudad que es llamada Apinome o Apinone.
A los romanos les sucedieron en el siglo V los vándalos, que controlaron estos territorios en continuo conflicto con los bereberes, hasta que alrededor del año 533 los bizantinos se hicieron con el dominio de la zona. 
A partir del siglo VII Marruecos se islamiza con gran rapidez, ya que la extensión del Islam consiguió dar unidad a unas regiones divididas y desmembradas, no sin tener que vencer antes la resistencia de una parte de los bereberes. La fusión entre árabes y bereberes tuvo como consecuencia la unificación de los mandos bajo un solo poder. Los primeros gobernantes fueron Moussa Bnou Noussaïr y su sucesor, Tariq Bnou Ziad, quienes iniciaron la conquista de la Península Ibérica.
Algunos estudiosos locales mantienen que los habitantes autóctonos siempre se han negado a la sumisión y se han resistido a los ocupantes hasta la llegada de la conquista musulmana. Uno de los argumentos esgrimidos es el mantenimiento durante siglos de las numerosas lenguas y dialectos bereberes (amazigs) que ha conocido la región. Actualmente, en los alrededores de Chauen se habla aún la llamada lengua de Gomara. Desde esta posición, la islamización se daría porque la población autóctona apreció la diferencia que existía entre los conquistadores musulmanes y sus predecesores. Los chaueníes creyeron en el mensaje del Islam, aprendieron su lengua y sobre ella se propagaron años de seguridad y salvaguardia. Ya en pleno dominio de la dinastía Watasida de Fez, se funda la ciudad de Chauen, en 1471.
La fundación de la ciudad
El orígen de la ciudad de Chauen surge de un gran campamento militar en el barrio de Gharouzim, al sur de la actual ciudad, donde residió el primer fundador, Abi Joumâa. Su emplazamiento ha de entenderse en el contexto de las luchas contra los portugueses que en 1415 habían tomado Ceuta. En este campamento se reunían guerreros, mujjahidins, para organizar un ejército que contuviera la expansión europea por sus costas, comandados por jefes religiosos como Abi Joumâa. Fue él quien pensó por primera vez en 1417 en construir una ciudad en dirección al río Fouarat, pero murió asesinado por los portugueses y las obras quedaron interrumpidas hasta que su primo, Ali Ben Rachid, tomó el mando a su vuelta de Andalucía, adonde había ido a luchar contra los cristianos que se acercaban a Granada.
Las primeras acciones de Ali Ben Rachid estuvieron encaminadas a reanudar los trabajos de edificación, aunque pensó que, al ser el margen derecho zona inundable, sería más acertado cambiar su emplazamiento y acercar la cuidad al margen izquierdo del río Chefchaouen. Este es el origen de la célebre plaza Outa El Hamam, que es el corazón y centro de la Medina. El lugar elegido permitía mejorar la defensa militar por su difícil acceso y su escasa visibilidad desde el valle que se abre a sus pies, por donde hoy día discurre la carretera de Fez. A ello contribuyó también la situación de la principal fuente de agua, que debía estar río arriba de las edificaciones para que los habitantes pudieran aprovechar su agua. La nueva ciudad se parecía a la ciudad andaluza de Vejer de la Frontera, puesto que, según cuenta la tradición, Ali Ben Rachid le había prometido a su mujer Lalla Zahra (una noble española convertida al Islam) que la ciudad se parecería a su ciudad natal, Vejer, y así fue. La ciudad se construyó sobre una superficie de 39.950 m2, rodeada de muros en los que había varias puertas. La nueva ciudad se convirtió en un destino privilegiado y acogió gentes de distintos orígenes. Se dice que llegaron a ser 10.000 sus habitantes: 6.000 marroquíes, 3.000 andaluces y 1.000 judíos.
El día de la fundación, en 1471, todos los habitantes juraron fidelidad al nuevo jefe Ali Ben Rachid ante los cadis, imanes y notables de la región. Con dicho motivo, se redactó un documento oficial que reconocía su anexión al reino de la dinastía Watasida de Fez.
Moulay Ali Ben Rachid gobernaba su principado sin la ayuda del Rey de Fez, aunque existía una fuerte relación y gran cooperación con el príncipe watasida Mohamed Cheikh, a quien ayudó a frenar la invasión portuguesa de sus costas. Para estos años, más concretamente para 1501, contamos con los comentarios sobre Chauen de El Wazzam, más conocido por León el Africano:
“Esta montaña es la más agradable de todas las que se encuentran en África. Allí hay una pequeña ciudad llena de artesanos y comerciantes. En ella reside un señor que controla a todas las tribus de estas montañas. Él es el que ha comenzado a dar un desarrollo a estos países. Este se había rebelado contra el rey de Fez. Se le conocía como Sidi Berrasid (Ali ben Rachid). Hizo también una guerra incesante a los portugueses. Los habitantes de esta ciudad y los de esta montaña no pagan ningún impuesto a los señores porque están a su favor y la mayoría son soldados de a pie o de a caballo. Allí crece el trigo, y mucho lino y hay grandes bosques e innumerables fuentes.”
Chauen conoció tres éxodos andaluces durante el reinado de Moulay Ali Ben Rachid, así como un gran éxodo en tiempos de su hijo Mohamed. Tras la expulsión de los musulmanes de Andalucía, la ciudad se convirtió en una réplica de Al andalus en lo que respecta a la cultura, gracias sobre todo a la tradición de la música andaluza.
El 22 de octubre de 1542, su consuegro Mohamed Hassan llegó a Tetuán y destituyó por la fuerza a Saida El Horra de todos sus cargos y le confiscó toda su riqueza. La gobernadora decidió entonces volver a su casa de Chauen, sin reclamar sus derechos ni posesiones. Pasó el resto de sus en su ciudad natal, hasta que a su muerte fue enterrada en el mausoleo de Sidi Belhsayne, cerca de la casa de su padre.
La Señora de Tetuán supone un caso único en la historia de Marruecos, una mujer que gobernó con independencia y a su antojo durante años una de las zonas más complejas del mundo de la época, en continuo conflicto con españoles, portugueses, nobles marroquíes, turcos, etc. Una mujer que se enfrentó a los hombres más poderosos del momento, hasta que el poder pudo con ella.
A lo largo de los siglos XVII al XX fueron continuas las disputas territoriales internas entre las dinastías marroquíes y de estas con países como Portugal, Inglaterra, Francia, Alemania y España. Numerosas ciudades de la costa estaban en manos de países europeos: Tánger, Ceuta, Melilla, las islas Alhucemas y el Peñón de Vélez de la Gomera, Asilah, Larache, etc.
Las puertas de las murallas de la ciudad estuvieron cerradas a los no musulmanes hasta 1920, año en el que los españoles tomaron la ciudad, en cumplimiento del tratado de Algeciras de 1906, que daba pie a la institución del Protectorado Español en el norte de Marruecos. Francia y España se repartieron entonces la gestión colonial del país.
Desde la entrada del General Berenguer en octubre de 1920, los españoles permanecieron en Chauen hasta la independencia del país en 1956, con un único intervalo: de septiembre de 1924 a septiembre de 1926. 

El patrimonio arquitectónico
La fundación de Chauen contó con un ritual en la que participaron todos los miembros de la comunidad. Tras el reconocimiento de la lealtad a la familia de Al Rachid por parte de los Alamí y las tribus, de los jueces, los ulemas y la élite que se encontraba en Gharouzim, los notarios redactaron un documento y se lo hicieron llegar a Ali Ben Rachid como prueba legal. El documento contenía igualmente el vínculo con la soberanía real, que estaba entonces en manos de la dinastía Watasida de Fez. A continuación, comenzaron las festividades en celebración de este día memorable. En aquellos años estas tierras se destinaban principalmente a la agricultura y pertenecían a una familia que residía en el douar (aldea) de Bani Jbara, a los que el fundador se las compró.
Lo primero que se construyó en Chauen fue la Kasbah en el año 1471 (867 de la Hégira), en el entorno de la plaza Outa Al Hammam, el lugar idóneo para su emplazamiento. Debido a la llegada de nuevos grupos de andalusíes procedentes de España que buscaban refugio en la ciudad, ésta fue creciendo conforme se creaban nuevos barrios. Los gobernantes siempre concedieron permiso a los emigrantes andalusíes, de manera que la extensión de la ciudad se multiplicó. De esta forma, el primer barrio construido en torno a la Kashba fue el de Souika. En él podemos apreciar elementos constructivos que no veremos en otros barrios, como los arcos que soportan el peso de las casas en las calles más estrechas de la Medina. Sus callejones o adarves dan acceso a las primeras casas construidas en Chauen, de las que se conservan varias en estado casi original. Tras la caída de Granada en 1492, los andalusíes llegados a centenares construyeron el barrio de Rif al Andalus. En él se dispusieron una serie de puntos para la captación de agua desde la acequia principal, para aquellos que no dispusieran de pozo en sus casas. Se cuenta que cuando el grupo de andalusíes pidió permiso a Ali Ben Rachid para instalarse en Chauen éste se lo concedió con la condición de que construyeran sus casas por encima de la acequia que traía agua desde el nacimiento de Ras al Maa, de manera que no se apropiaran del agua que, por gravedad, siempre tiende a descender. Así se garantizaban los derechos de riego y abastecimiento de los pobladores más antiguos frente a los nuevos vecinos. Este es el origen del barrio de Rif al andalous. Posteriormente, bajo el gobierno de Moulay Mohamed, hijo del Emir Ibrahim y nieto del fundador, se construyeron los barrios de Onsar y Sebbanine, en la parte oeste de la Medina, lo que obligó a abrir nuevas puertas de diverso tamaño en la muralla para darles acceso. En estos años se fomentaba la creación de un espacio central en la Medina, y por ello se edificaron en los alrededores de la Kasbah una medersa (escuela coránica) y un baño público (hamman) que da nombre a la plaza de Outa El Hamman. La llegada de un nuevo grupo de moriscos dio lugar a la creación del barrio del Souk (zoco), con su nueva puerta. Su desarrollo se le atribuye, como dijimos, a Mohamed Ben Ali Ben Rachid, hijo del fundador, aunque otros investigadores señalan como promotor a Moulay El Hassan Raissouni, en 1609.
Durante los siglos XVII y buena parte del XVIII se produjo desarrollo urbanizador más lento, que se centró en la creación del barrio de Kharrazine, que unió los barrios de Souika y del Souk, al edificar el hueco que quedaba entre ellos con casas para los bereberes de las regiones vecinas.
En 1760 se agrupó a las familias de judíos de Chauen en el espacio que existía al sur de Kasbah, junto al barrio de Souika, ya que hasta la fecha habían habitado en un barrio a las afueras de la murallas, Id ben Abdellah, en el que no se podían proteger de los cada vez más abundantes ataques de tribus vecinas.
Existían en algunos lugares unas puertas secundarias que se abrían por la mañana y se cerraban por la noche, como la puerta del Qaus (el arco) del callejón sin salida de los Jerifes Alami, en el barrio de Souika. Este arco y este callejón sin salida se convirtieron, con los ulemas y los pioneros de la música andaluza, en una antigua escuela en la que se podía aprender lo que se había perdido de las piezas originales de música andalusí (nouba).
La casa tradicional
Una de las características de estas casas es que están estrechamente unidas unas a otras, imbricándose a veces entre ellas a distintas alturas, solapándose, montándose unas sobre otras. Actualmente son raras las casas separadas o aisladas, aunque en principio existían espacios entre ellas dedicados a huertas, jardines, etc. Echando un vistazo desde lo alto de la ciudad, las casas de la Medina parecen formar una sola unidad. 
La estructura general de la casa coincide y se repite continuamente, con pequeñas variaciones. En la puerta suele haber un escalón para evitar que la lluvia entre en el interior. La puerta interior se abre sobre el recibidor o patio, que es el corazón de la casa (Douira); junto a él se encuentran los baños tradicionales, cerca de la fuente (Miäda), y en un rinconcito se colocaba un molinillo para moler las habas secas para cocer (el Baïssar). Entre las habitaciones y el patio existen unas pequeñas galerías cubiertas (Nbah). En los alrededores del recibidor solía haber unos soportes con la parte superior curvada, formando una bóveda de origen andaluz.
Los espacios anexos estaban formados por una habitación (Qouba), o dos fachadas que daban a otras habitaciones, una sala de estar y unas escaleras bajo las cuales se guardaba el carbón y la cal. Este rincón bajo la escalera podía tener una puerta o bien una simple cortina para ocultar los productos que había en su interior. Al otro lado, estaba la cocina (Kutchina) con su fogón de carbón (Mejmar), y algunas casas tenían pozos en su interior. Subiendo las escaleras se llegaba a la segunda planta, que solía tener las mismas habitaciones (Ghourfa) y forma que la planta de abajo. El tejado era de madera, y para su construcción se utilizaban vigas hechas de troncos o tablones, en lugar del hierro. La cubierta tenía forma triangular y estaba cubierta de ladrillos (karmoud). Sobre el tejado, existía una apertura (stara), con un muro de protección que evitaba que los niños cayeran desde arriba. También ahí se encontraba una pequeña cámara que servía para colgar las cebollas, los ajos y los pimientos rojos, y así protegerlos del moho.
La casa solía tener dos entradas: una principal y otra interior, con dos mecanismos de cierre: uno en el interior y otro en el exterior (zekroum, maäratt), lo que la hacía inexpugnable. Las ventanas son rectangulares o cuadradas, y suelen ser pequeñas. A lo largo de la historia, su tamaño ha ido aumentando, para dejar entrar el sol.
Las casas de la Medina están enlucidas (es una labor que desempeñan las mujeres cada año) con una capa azulada. El enlucido se hace antes del Ramadán, es la llamada Laouacher, en ella sus habitantes se afanan en limpiar casas y encalar fachadas, usando unas 15 toneladas de pintura blanca y azul dando como resultando en una mágica paleta de lapislázulis y turquesas.  que sirve para ahuyentar a los insectos y, al mismo tiempo, garantizar una buena temperatura dentro de los edificios, según otras teorías el color azul lo introdujeron los judíos, quiénes a partir de 1930 empezaron a pintar puertas y fachadas para reemplazar el color verde del Islam como símbolo de libertad. Podrá apreciarse que las ventanas y puertas están pintadas al exterior con un cerco estrecho de pintura, que se realiza desde el interior, por lo que la anchura depende de la longitud del brazo de la mujer que pinta. 
La Kasbah y las murallas
El fundador Al Rachid tuvo en cuenta la importancia de contar con diversas fortificaciones para la guerra. Decidió, pues, construir su dominio bajo la forma de una gran Kasbah que contuviera la sede de su principado. Esta construcción estaría formada por altos muros, torres, un lugar para la cultura y alojamientos para su familia y sus funcionarios en la parte civil. Para lo militar, unas instalaciones para los soldados, un lugar para guardar el ganado y aljibes para el agua, sin olvidar la prisión, dotada de cadenas y esposas, todo ello en un recinto que alcanza los 3.700 m2. Para su acceso acondicionó una puerta frente a la gran plaza de Outa Al Hammam y otra en dirección de la Gran Mezquita. Se decía que la Kasbah tenía también dos salidas secretas; la primera, de la Kasbah a Sidi Abdelhamid, cerca de la torre; la segunda, hacia el río Fouarat. El edificio conoció algunas reformas posteriores, como la de Moulay Ismail en el siglo XVII o las reformas en la época del Protectorado español, ya que en él se situó la cárcel y algunas de las oficinas administrativas. Actualmente su muralla consta de 11 torres, algunas reconstruidas, que permiten ver el entorno desde cuatro alturas distintas. Su jardín es un ejemplo de vergel andalusí, con naranjos, palmeras, jazmines, rosales, fuentes, arrayanes, etc.
Existen varias líneas de muralla a lo largo de la Medina, unas interiores, que son restos de las primeras construcciones, y otras que hoy delimitan el perímetro exterior. En estas murallas hay varias puertas, aunque las originales son 7, las 7 puertas. Luego se han añadido algunas más hasta llegar a diez.

Los hammam
Indispensables en la higiene corporal, los baños forman parte de las construcciones públicas de la ciudad, aunque también los hay privados. La construcción de unos primeros baños se hizo en el lugar más cercano y adecuado, Outa Al Hammam. Los baños de El Blad (de la ciudad), que así se llaman, son públicos y se construyeron en el siglo XVI. Es de propiedad de los Habous o comunidades islámicas, y se organiza de la siguiente manera: de la oración de Assobh (mañana) hasta mediodía, son para uso de los hombres; de mediodía a la oración de Almaghreb (tarde), para las mujeres; y de Almaghreb a medianoche, para los hombres de nuevo. Se prohibe a los niños mayores de siete años acompañar a sus madres; a partir de esta edad, deben ir con sus padres. El recepcionista (Al Guelass) se encarga de la limpieza del lugar antes de su utilización: una vez antes de la entrada de los hombres, y otra tras su salida. Justo enfrente del lugar reservado para Al Guelass hay un vestidor para los clientes, de manera que el recepcionista siempre lo tiene a la vista.
Los cementerios
Los cementerios se distribuyen por toda la Medina, dentro de la misma y rodeándola. Según el nivel social del difunto, este tiene derecho a ser enterrado en ciertos cementerios histórica o socialmente más o menos destacados. La estructura que constituye la sepultura suele ser muy simple, y consiste en una fosa excavada en el suelo en la que el difunto se introduce envuelto en unas telas de algodón en posición de cúbito lateral, sobre el costado derecho y con el pecho y la cara orientada a la ciudad santa de la Meca, como manda la tradición. La tumba suele estar cubierta por un pequeño túmulo rodeado de piedras encaladas y una losa más o menos trabajada como cabecera.



Las fondas
Son edificios para el hospedaje en el que los tratantes y comerciantes que traían sus productos a los mercados semanales pernoctaban junto con sus mercancías y animales. Además, en ellos se instalaron algunos artesanos, como los herreros, y los campesinos vendían cereales, aceite y productos derivados del trigo, harinas, etc. La estructura tradicional la conocemos a través del único edificio de estas características que permanece en pie, el Fondouk Chfichou, respetado sorprendentemente por el tiempo.
Se trata de un edificio de planta cuadrada, datado según algunos en el siglo XVI o XVII, pero reformado en el XIX, en el que destaca un gran patio central al que se accede tras entrar por un gran portón de madera, al que siguen dos habitaciones laterales pequeñas. Alrededor de este patio se reparten las habitaciones, unas 50 en total, que sirven como almacenes, talleres, etc, y que están cubiertos por una galería porticada soportada sobre pilares. En uno de los laterales hay escaleras por los que se sube a la planta superior, en la que se encuentran las habitaciones para el descanso.
El horno tradicional
Es un elemento esencial en la sociedad popular marroquí que se suele localizar en cruces de vías. Se utiliza para cocer el pan y los pasteles de las ceremonias y fiestas, y para hacer el tagine de pescado. También para el tueste de frutos secos y de la harina que se utiliza en la preparación del Sfouf, un plato muy consumido durante el ramadán. En cada barrio encontramos un horno de pan, y en Chauen hay unos 15.
Los molinos de aceite o almazaras
El sistema es el tradicional: sobre una plataforma un poco elevada se situaba una piedra de moler de forma cilíndrica, que tenía un agujero en el centro en el que se encajaba un palo que se ataba a una mula o asno. El animal andaba con los ojos vendados, girando una y otra vez sobre la plataforma inferior en torno al eje de la piedra.
Los molinos de agua
Si se atraviesa el puente Sebbanine y se remonta el río en dirección al manantial de Ras al Maa, podemos ver aun algunos molinos (Rha), cinco en concreto, que eran movidos por la fuerza del agua. Los molinos de Chauen, cuyo origen se remonta varios siglos atrás, están construidos en piedra (es la industria que se desarrolla en los douars –aldeas– de Tissouka, Magou, El Kalaa y Tissemlal), con techos de madera cubiertos de tejas. El espacio acondicionado en el interior forma una habitación destinada al almacenamiento y una antecámara que alberga el mecanismo de la rueda, que se dedica a la molienda del cereal, sobre todo trigo. Una corriente de agua de gran caudal pasa por debajo de esta habitación y pone en marcha el mecanismo de engranaje de la rueda. Para ello, se explotaba el curso del agua que desciende por el río Ras El Maa, y que atravesaba las tierras bajas de la ciudad hasta Kaä Dchar. 
Estos molinos de pequeñas dimensiones estaban compuestos por una piedra tallada en forma cilíndrica, plana y consistente, que servía de base, y una segunda piedra móvil superpuesta a ésta, que está fijada por un eje a la parte inferior del molino que gira con la fuerza del agua. De esta forma, tenemos una piedra que gira sobre una superficie fija gracias al impulso del agua. Por este agujero central entra el cereal para ser molido. Para detenerla, basta con cambiar el curso del agua, y para que funcione de nuevo, sólo hay que volver a la situación anterior. Esta operación requiere una buena comprensión del mecanismo.
Las mezquitas
La primera mezquita que se construyó en la antigua ciudad fue la Gran Mezquita de Chauen (El Masjid El Aadam o Jamaa El Kebir). Es obra del fundador de la ciudad Moulay Ali Ben Rachid de finales del siglo XV, aunque su finalización y primera ampliación, así como la construcción de su característico minarete, son obra de su hijo Mohamed Ben Rachid, en torno a 1560. Por su forma octogonal, el minarete de la Gran Mezquita muestra una singular construcción. El octógono descansa sobre una base cuadrada que se convierte en estrella de ocho puntas tras girar sobre su eje central, procedimiento geométrico que está presente en otras construcciones hispano-musulmanas, como las salas de los Palacios Reales de la Alhambra de Granada. Esta herencia andalusí se muestra en varias ciudades del norte de Marruecos, como Tetuán o Tánger.
La primera mezquita tenía cuatro naves longitudinales soportadas por arcos. La sala de rezo dispone de cuatro puertas: la puerta principal Bab El Hamraa, que fue ampliada por el caid Ahmed Ibn al Charif al Alami en el siglo XVII, Bab El Janavaz, Bab El Wodoua y Bab El Madrassa. En su espacio central se abre, tras la Fuente de las abluciones, una puerta que conduce al centro de la misma, y cerca de la puerta exterior se sitúan unos grandes baños, públicos y para los estudiantes de la Madraza, en los que también hay un espacio reservado a las abluciones. Estos baños se restauran continuamente, y se abren al gran público previo pago de un precio simbólico. Durante el verano, los fieles rezan en un espacio al aire libre dotado de una fuente en el centro.
Su decoración interior es prácticamente inexistente y solo al exterior podemos apreciar decoraciones en la puerta principal y en el minarte. Cuenta con una habitación, contigua a la pared del minarete, reservada al Mouaqit (persona que se ocupa de fijar los horarios de las oraciones), en la que hay numerosos relojes para determinar los horarios. De igual modo, en la terraza de la escuela hay una pieza de mármol que sirve para calcular el tiempo con la ayuda del sol. El edificio ha sufrido varias restauraciones, la última de las cuales se terminó en el año 2007.
Las fuentes públicas
Dado que la ciudad posee un gran acuífero, el de Ras El Maa, fue necesario canalizar esa agua al menos hasta los barrios que se situaban a su mismo nivel. Por ello, Saïda Al Horra en el siglo XVI decidió contribuir altruistamente a la financiación de este proyecto, que fue su primera gran obra en Chauen. Para este fin, recibió la ayuda de algunos habitantes de la ciudad, quienes se beneficiaron de agua gratis. Los que no participaron en la realización del proyecto debían pagar un precio simbólico. De este modo, los barrios se beneficiaron de una agua pura y sana. Las personas que vivían en las zonas más altas, como el barrio de Awwtioui y Sidi Bouchouka, estaban obligados a bajar hasta las fuentes para abastecerse de agua. 
Tras la entrada de los españoles, la población de la ciudad creció. La necesidad de encontrar agua para toda la población se hizo urgente. Los españoles construyeron fuentes públicas (una especie de grifos en las calles para abastecer de agua potable a todo el mundo) en cada barrio. El agua que salía de los grifos emanaba de la fuente de Ras El Maa, y llegaba a través de canalizaciones bajo tierra. Los españoles no construyeron ningún aljibe donde almacenar grandes reservas de agua, de manera que las casas de las zonas más altas de la ciudad siguieron sin tener acceso al agua potable. Ello les obligó a recurrir a las acequias, que posteriormente fueron sustituidas por fuentes públicas gratuitas.
Otras entradas:
fuente Ras el-Maa



Mezquita Española.
La Mezquita está inspirada en la Torre del Oro de Sevilla








La gran mezquita:




Alcazaba:






































































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