Forum Boarium
El Forum Boarium (Foro Boario) era una zona situada a orillas del río Tíber en la cual se llevaba a cabo el mercado de animales en la antigua Roma.
Los foros eran centros de reunión para el comercio donde se reunían los romanos con la idea de comprar, vender o intercambiar sus productos. Pero este foro tenía un puntito distinto al resto ya que los barcos que navegaban por el Mediterráneo y entraban a la ciudad a través del río Tiber, paraban en este foro estratégicamente ubicado para comerciar. El puerto del foro donde se descargaban mercancías como tinajas de vino, era tan importante que muy cerca se creó un sitio realmente único, el monte Testaccio es un monte artificial muy cercano al foro, que cogió altura con los restos de las tinajas que al romperse se iban apilando. Eran tantas las tinajas de vino que llegaban a la ciudad, que la zona donde se apilaban fue ganando altura con el paso de los años, hasta formar un monte evidentemente artificial, y a día de hoy se pueden ver zonas con miles de restos de las tinajas apiladas.
Templos del Forum Boarium
Los templos republicanos del Forum Boarium, construidos durante el siglo II a.C., se conservan en muy buenas condiciones debido a que durante la época Medieval fueron consagrados como iglesias cristianas para su protección.
Templo de Hércules, templo di ercore vincitore: El Templo de Hércules, dotado de un aspecto circular rodeado de columnas, presenta una gran similitud con el Templo de Vesta, situado en el Foro.
Templo de Portuno: Dedicado al dios de los ríos y puertos, el Templo de Portuno se encuentra situado en lo alto de un podio y rodeado por columnas. Su base es rectangular.
Basílica de Santa María la Mayor
Situada en la plaza del Esquilino, la Basílica de Santa María la Mayor (Basilica di Santa Maria Maggiore) construida en el año 360 d.c. es una antigua basílica católica considerada la más grande de las iglesias dedicadas a la Virgen María en Roma siendo una de las cuatro basílicas mayores de la ciudad. Es una de las 4 basílicas mayores de Roma, o sea, las denominadas basílicas papales, junto con la de San Pedro, San Juan de Letrán, y San Pablo de Extramuros.
Edificada sobre un templo pagano que rendía culto a la diosa Cibeles, la Basílica de Santa María la Mayor fue construida a mediados del siglo IV bajo las órdenes del Papa Liberio. Con el paso de los años la basílica ha tenido nombres muy variados, como Santa María de las Nieves (debido a la nevada que indicó la forma de la iglesia), Santa María Liberiana (debido al Papa Liberio), Santa María del Pesebre (al recibir una reliquia del Santo Pesebre), y por último fue llamada Santa María la Mayor, ya que es la mayor de las 26 iglesias de Roma dedicadas a la Virgen María.
Historia Santa María la Mayor
Es una de las iglesias más antiguas de la Cristiandad. La actual Santa María la Mayor fue edificada por el Papa Sixto III sobre un santuario mandado construir por el papa Liberio en el año 360, por lo que también es conocida como la Basílica Liberiana, para conmemorar la proclamación por el Concilio de Efeso (431) de la Maternidad divina de María. Tras Sixto III, los Papas sucesivos han volcado su atención sobre el Santuario más antiguo y venerado en honor del dogma de María, Madre de Dios, embelleciéndolo siempre más. Y si bien en la actualidad el edificio es completamente diferente por las numerosas reformas y ampliaciones que ha tenido, es la única de las basílicas mayores que mantiene su planta original, característica de las basílicas cristianas, así como la estructura paleocristiana primitiva. En el año 440 se terminó una primera ampliación de la iglesia, de la cual todavía podrás ver algunos rincones. En concreto, son de esa época los mosaicos de la nave central, que se han conservado desde entonces, así como el arco triunfal. De la época medieval, durante la que diversos papas encargaron nuevas ampliaciones, destaca la pavimentación de mármol en el suelo, la cual es de 1288 y está realizada en el denominado estilo cosmatesco. Los mosaicos del ábside se terminaron en 1292, y de la misma época son los mosaicos de la fachada. También destaca el campanario medieval, el cual tiene 75 metros de altura y es el más alto de la ciudad de Roma. En cuanto al artesonado de madera en el techo, ya es de época posterior; en estilo renacentista, se finalizó en 1450. El diseño exterior del actual edificio de la Basílica de Santa María la Mayor es de estilo barroco, tanto las fachadas como las cúpulas.
Como las otras tres Basílicas mayores, Santa María la Mayor ha tenido una gran influencia en la vida religiosa de Roma, así como en su historia y en su desarrollo urbanístico. En efecto, han sido focos esenciales tanto para la disgregada ciudad medieval, como para la posterior restructuración barroca. En el plano regulador de Sixto V, Santa María la Mayor constituía el centro de un gran número de calles del sistema radial. Para ello solo hay que dar una ojeada a su torno, desde la escalinata externa del ábside o desde la de la fachada.
FACHADA
La fachada, de un corte que ha sido considerado como una anticipación del neoclásico, es creación de Ferdinando Fuga (1743-50). Está flanqueada por dos alas idénticas, si bien construidas con un siglo de diferencia. Como la mayoría de los arquitectos del s.XVIII, la obra de Fuga tiene el sabor de las formas clásicas, pero también adopta ciertos elementos del barroco de Borromini. Numerosas esculturas decorativas completan el efecto escenográfico. No se puede dejar la plaza sin dar antes una ojeada atenta al campanario -el más alto de la ciudad- y a la decoración polícroma -mayólica sobre ladrillo rojo- típicamente romana. En el pórtico resaltan, a la derecha, la estatua de Felipe IV de España, de Lucenti (1692) bajo diseño de Bernini; y a la izquierda, la Puerta Santa. Desde el pórtico, por la escalera de la izquierda, se llega a la loggia desde la que el Papa daba las bendiciones Urbi et Orbi (abierta de 9 a 11, solicitando permiso en la Sacristía), donde se conserva un monumental mosaico, realizado durante el pontificado de Eugenio III (1145-1153), en parte deteriorado y en parte mal restaurado a mediados del s.XVIII.
INTERIOR
El interior de la Basílica (86 m de largo) es sumamente armonioso. Dividen las tres naves (la central un poco más larga que las laterales) columnas monolíticas (36 de mármol y 4 de granito) con capiteles jónicos que sostienen directamente las trabes o vigas. Son de mármol blanco del Imetto, y casi todas se remontan a tiempos de Sixto III (s.V). La atención del visitante que entra por el pórtico es captada fundamentalmente por el bellísimo pavimento cosmatesco en mosaico de piedras duras, del s.XII, y por el artesonado del techo, atribuido a Giuliano da Sangallo, considerado como una de las obras maestras de la artesanía renacentista (las rosas miden un metro de diámetro); el oro de la decoración es el primero de América.
Desde el punto de vista artístico, la característica esencial de la Basílica viene dada por la cantidad de mosaico y por su calidad. La ampliación del presbiterio efectuada por Nicolás IV en el s.XIII, trajo consigo la demolición de la decoración original del ábside y la realización de nuevos mosaicos. Al tratarse de trabajos de distintas épocas, el conjunto resulta todo un compendio de las fases más significativas del arte mosaísta. Los 27 paneles sobre el arquitrabe de la nave central (la viga entre dos columnas), que
datan del s.V, constituyen la obra más vasta y meritoria de los mosaístas del alto Medievo. Los mosaicos que decoran el arco triunfal están dedicados a la infancia de Jesús, con pasajes de los Evangelios y de los apócrifos. Tenemos después los mosaicos del ábside, terminados en 1295 por Torriti, que representan escenas de la vida de la Virgen -en los recuadros entre las ventanas- y la Coronación de la Virgen por Jesús, en el medallón central. La Confesión se rehizo en 1864, bajo diseño de Virginio Vespignani; la gran estatua muestra a Pío IX de rodillas ante las reliquias del Pesebre. El baldaquino del altar mayor, con cuatro columnas de pórfido, es de Fuga; la urna, también de pórfido, contiene reliquias del Apóstol Mateo. En la nave derecha, cerca de la entrada, está el Baptisterio, obra de Flaminio Ponzio. Desde ahí se puede pasar a la Sacristía, también de Ponzio. Volviendo a la nave de la derecha se encuentra la capilla de las Reliquias, de Fuga, con diez columnas de pórfido. La
Capilla de Sixto V o del Santísimo o sixtina -cerca del presbiterio- fue encargada por el papa Sixto V y se terminó de construir en 1589, proyectada por Domenico Fontana, tiene un diseño a cruz griega, bajo una cúpula poligonal que deja pasar una lluvia de luz. En los laterales se encuentran las tumbas de Sixto V y de San Pío V,que le consagró cardenal. Ambas son de Fontana, y están decoradas con bajorrelieves que relatan algunos de los principales episodios de esos pontificados. Sobre el altar central se encuentra el grandioso sagrario, obra de Scalzo (1590), que se apoya sobre cuatro ángeles de bronce, de Torrigiani.
Finalmente, cabe también destacar la Cripta de Belén situada bajo el baldaquino del Altar Mayor, que fue creada en la primitiva iglesia, en el año 432. En ella encontramos el Oratorio del Pesebre, resultado final de la recomposición de las partes de la antigua capilla donde desde el s.VIII, en él se guardaron unas maderas que son las reliquias del Pesebre de Belén. La recomposición es también de Fontana, y las esculturas, que provienen de la antigua capilla, de Arnolfo di Cambio (1289). También destaca el Belén de Arnolfo de Cambio, realizado en 1288 con diversas figuras escultóricas de la Virgen, San José, el niño Jesús, los Reyes Magos, el buey y el asno.
Capilla Borghese, de la Virgen o Paolina
Se encuentra al lado opuesto a la del Santísimo. El año 1605 subía al trono pontificio el papa Pablo V (1605-1621), quien mandó realizar la Capilla de la Virgen, que también recibe el nombre de Borghese o Paolina, de frente a la Sixtina respecto a la cual es simétrica en lo que se refiere a la planta y al esquema arquitectónico. También la planta de esta Capilla es de cruz griega, con compartimentos corintios y tiene cuatro grandes arcos regidos por potentes pilares en donde se apoya la cúpula. Fue edificada para custodiar la Imagen de la Virgen "Salus Populi Romani" por orden de Pablo V y su diseño es del arquitecto Flaminio Ponzio (1560-1618), entre los años 1606 y 1612; su consagración tuvo lugar el 27 de enero de 1613, pero durante los años sucesivos se continuaron las obras de decoración.
Su realización le costó a la Cámara Apostólica 299.261 escudos y 61 bayocos y es antecedente de 25 años a la Capilla Sixtina, con decoraciones pictóricas libres y impetuosas; los mármoles son de gran calidad y concuerdan con las doradas cornisas; los ángeles (de una belleza impresionante) son de bronce y de escayola (sonrientes, vuelan con vibrantes alas); el majestuoso altar, el primer modelo del altar fue realizado en madera de peral en el 1607 y un año más tarde el fundidor Pompeo Targoni empezaba los trabajos, que terminó en septiembre del 1612, decorado con jaspe, amatista, ágata y lapislázuli.
La imagen de la Virgen Salus Populi Romani es de estilo bizantino, y goza de una gran veneración entre los cristianos de Roma y del mundo; una tradición la atribuye a San Lucas, pero parece haber sido pintada alrededor del s.XII. En la parte alta del retablo, la obra de Maderno ilustra la leyenda del trazado de la Basílica. La obra brilla de metal dorado, forjado en las esbeltas formas y movimientos de ángeles, que sostienen el marco de la "Salus Populi Romani". Los ángeles fueron modelados por Camillo Mariani. La estatua de San Juan Evangelista es obra de Mariani. Sin lugar a duda la pieza más decorativa y más interesente en el interior del armazón del altar mayor de la Capilla Paolina es el bajorrelieve del frontispicio, obra de Stefano Maderno que representa al papa Liberio trazando el perímetro de la basílica sobre la nieve. Son asimismo de Maderno los dos ángeles que sostienen la inscripción situados en los laterales de las tumbas.
La mesa del altar la regaló en el 1749 la princesa Agnese Colonna Borghese, y lleva los escudos de esta familia. Giuseppe Cesari, el Caballero de Arpino, es el autor de las obras que aparecen en el luneto encima del altar: a la izquierda, el fresco que representa la aparición de la Virgen y de San Juan Evangelista a San Gregorio Taumaturgo; en los frescos de la derecha se puede ver representadas algunas personas mordidas por la serpiente de la herejía y el Templo de Dios con una multitud de creyentes. El mismo artista pintó en las pechinas de la cúpula a los grandes Profetas: Isaías, de aspecto sobrio, con el pelo blanco y la barba, con un traje azul, un manto rojo y descalzo; Jeremías con la frente calva, la barba canosa, con un traje azul y un manto amarillo que le envuelve y le cubre hasta los pies; Ezequiel de aspecto juvenil, con el pelo rubio, imberbe, y mejillas coloradas, con vestidos morados enriquecidos por ornamentos de color azul, sin mangas (de tal forma que los brazos se quedan desnudos) y con un manto de color amarillo que lo envuelve; el joven Daniel aparece sentado, de pelo largo, ondulado y rubio, de piel blanca y con un traje azul celeste bordado de oro, con las mangas giradas y un manto purpúreo. El mismo Caballero de Arpino pintó en el arco de la tribuna del altar a los Santos Obispos Ignacio y Teofilo, Ireneo y Cipriano.
La Asunción, que se halla dentro de la cúpula, es de Ludivico Cardi, llamado El Cigoli. Encima de las nubes, aparece María Santísima que es llevada al cielo. Debajo de los pies de la Madre de Dios, el autor ha pintado la luna exactamente como la había mostrado el telescopio de Galileo, que era amigo de Cardi. Los Apóstoles, algunos sentados y otros de pie, siguen con la mirada el triunfo de María Santísima que llevan en sus manos el cetro de reina. Ante la Virgen, que ha aplastado a la serpiente, se abre el Empíreo mientras una multitud de Ángeles gira alrededor de ella rindiéndole homenaje. De esa multitud se separa un grupo de Querubines, colocándose en forma de nube para hacerle un trono con sus alas doradas; otros grupos tocan las trompeta; otros cantan y el resto derrama flores. Más arriba se ve una multitud de espíritus celestiales de los cuales se entreven sólo medio cuerpo, o los bustos o las cabezas. Un cupulino con seis ventanillas es la majestuosa linterna de la cúpula. En el fondo está pintado el Padre Eterno, rodeado de una multitud de serafines. En la bóveda de la nave, delante de la Capilla, Giovanni Baglione pintó Doctores y Evangelistas. En la parte interna del arco, encima de la entrada, se pueden ver las figuras de Juliano el Apóstata, León IV Armenio y Constantino Coprónimo; en el oval que se halla sobre el altar aparece la imagen de San Lucas.
En el gran arco de la derecha Guido Reni ha representado en un fresco a los Santos Cirilo de Alejandría, Ildefonso, Juan Crisóstomo las Santas Pulqueria, Gertrudis y Cunegonda. En el gran arco de la izquierda, San Eraclio, San Narsete y las figuras poderosas de Santo Domingo y San Francisco. En el mismo arco de la izquierda, encima del monumento de Pablo V, Guido Reni ha pintado el Eterno Padre enfadado por la maldad de los hombres. Mientras que son de Stefano Maderno los amorcillos del friso a la altura de los capiteles.
Nicolás Cordier, en cambio, esculpió la estatua de David que aplasta al gigante Goliat y con el dedo índice señala su descendiente: el Mesías. La estatua de San José fue realizada por Ambrosio Buonvicino.
Entrando en la Capilla a mano derecha se halla el monumento a Clemente VIII (1592-1605) de Silla de Viggiù, mientras las cariátides, que poseen un fuerte sentido pictórico, son obras de Pietro Bernini. A la izquierda se puede ver el monumento a Pablo V (obra de Silla de Viggiù) representado en una actitud de gran devoción
Como en la Capilla del Santísimo, los brazos derecho e izquierdo contienen tumbas papales: Clemente VIII y Paulo V.
La Capilla Sforza, también en la nave de la izquierda, fue construida por Giacomo della Porta, siguiendo un diseño de Miguel Angel. Su estilo arquitectónico, con ábsides laterales entre columnas, es de gran originalidad. La tercera capilla de esta nave es la Capilla Cesi.
En el interior
La basílica muestra estilos arquitectónicos muy variados, desde el paleocristiano hasta el barroco. El edificio completo fue restaurado y reformado durante el siglo XVIII, por lo que la fachada y una gran parte de la decoración interior procede de este periodo. A pesar de esto, la iglesia conserva el campanario, algunos mosaicos y suelos de mármol del periodo medieval y algunas columnas jónicas procedentes de otros edificios de la antigua Roma, además de los espléndidos mosaicos del siglo V, que representan diferentes escenas del antiguo testamento. La decoración del techo se conserva desde el periodo del Renacimiento, mientras que las cúpulas y las capillas pertenecen a la época Barroca. En el arco triunfal, también vemos mosaicos con clara influencia bizantina, además de cerca del altar y en el ábside. El techo de la Basílica de Santa María la Mayor esta decorado con el primer oro que llegó de América.
Probablemente lo más llamativo de la Basílica de Santa María la Mayor sean las diferentes partes que contiene pertenecientes a periodos tan variados de la historia. Al igual que si estuviera formada por retales, la iglesia resume las etapas más importantes por las que pasó el arte cristiano en Roma.
Leyenda
Según la leyenda, fue la propia virgen, quién indicó en sueños al Papa Liberio hacia el año 356, donde ubicar la iglesia, cuando tras producirse una inusual nevada en una noche de Agosto, dijo que se consagrara ese lugar, por lo que también se la conoce como Nuestra señora de las nieves. El hecho que motivó la construcción de la basílica ha llegado hasta nosotros gracias a varias narraciones, entre otras la del Liber Pontificalis. La noche del 5 de agosto del 352, la Santísima Virgen se apareció en sueños a un patricio romano de nombre Ioannes, a quien expresó su deseo de que se construyera una iglesia en cierto lugar de Roma donde nevaría la mañana siguiente, precisamente en la época más calurosa del año. Ioannes refirió el mensaje al Papa Liberio, esa misma mañana, mientras una copiosa nevada cubría de blanco el punto más alto del Esquilino, una de las siete colinas romanas, sede de un aristocrático barrio donde habían vivido Mecenas, Ovidio, Horacio y Virgilio. El Papa, acompañado del patricio, trazó en el suelo los límites de lo que sería la primera basílica romana dedicada a Nuestra Señora. Cada 5 de agosto, todos los años, se evoca aquella singular nevada con una lluvia de pétalos blancos sobre el pavimento de la Basílica.