viernes, 26 de noviembre de 2021

IGLESIAS DE LA RECONQUISTA DE VALENCIA (IV): LA IGLESIA DEL TEMPLE

Fue declarado bien de interés cultural en 1978. Es un conjunto formado por el convento y la iglesia de la Sagrada Orden y Milicia de Nuestra Señora de Montesa, aunque es conocido popularmente como iglesia y palacio del temple por haber pertenecido con anterioridad a esta orden antes de su disolución en 1312. La orden militar de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama (orden de montesa) había sido autorizada por el rey de Aragón Jaime II en 1317 y venía a sustituir y administrar los bienes de la disuelta orden del temple. 
En la actualidad el convento es la delegación de gobierno en la Comunidad Valenciana, mientras que la iglesia sigue cumpliendo su función religiosa y se la conoce como Iglesia de Santa María del Temple.

Fachada del palacio e Iglesia del Temple
HISTORIA

Según se cree en este lugar existió un castillo o castro romano que debía tener como principal función la protección de la ciudad frente a posibles invasores que vinieran del mar, ya que en aquella época el río Turia era navegable hasta este lugar y se hacía necesario una fortificación que protegiera la ciudad.
Los musulmanes en el siglo XI ampliaron las murallas que protegían la ciudad y construyeron sobre este lugar una puerta conocida como la puerta de “Bab Ibn Sajar” y una torre conocida como de “Ali Bufat”. Como curiosidad y aunque no existen pruebas documentales esta puerta ha sido denominada a veces con el nombre de “puerta del cid” porque según se dice por esta puerta entró Rodrigo Díaz de Vivar en la ciudad cuando se la tomó a los musulmanes.
En la toma de valencia, el rey Jaime I el conquistador, otorgó a la orden del temple por real privilegio de 15 de noviembre de 1238, la fortaleza, torre y casas contiguas correspondientes al lugar donde fue izado el 28 de septiembre de 1238 el pendón real en la conquista de la ciudad (la torre de Ali Bufat), y aquí permanecieron hasta que la orden fue disuelta y su patrimonio pasó a manos de la orden de Nuestra Señora de Montesa. El propio Jaime I dice: «e nos fom en la rambla, entre'l reyal e la torre; e quan vim nostra senyera sus en la torre, descavalgam del caval, e endreçam ves orient, e ploram de nostres uyls e besam la terra, per la mercé que déus nos havia feyta». jaime i 'dixit'. 

En el documento dado por Jaime I en Valencia el 15 de noviembre de 1238, se puede  leer: “Item…os damos para huerto en el campo de Xarea todo lo que hay desde la Puerta que se llama Barbazachar, hasta aquella dos Higueras contiguas al muro o valladar, y desde aquí hasta aquella pared incompleta viniendo del Huerto de Xarea hasta el rio Guadalaviar, hasta la predicha  Puerta de Barbazachar”. Estas higueras son origen de una antigua leyenda.

Recuerdo de estos hechos es la lápida conmemorativa que hoy ocupa una de las fachadas laterales de la iglesia y que nos relata tal circunstancia. Por encima de la lápida, la cruz de la orden de montesa. El texto dice lo siguiente: “sitio de la torre y puerta de Bab-El-Shadchar, llamada después del temple, donde tremoló el pendón real de la conquista en 9 de octubre de 1238. Concedida por el invicto rey Don Jaime a los templarios, conservada por la orden militar de montesa y demolida para el ensanche de la ciudad en 1865. Los caballeros de montesa para memoria

Los Templarios instalaron su convento en el palacio árabe de Ali-Bufat y a este unieron la torre romano-musulmana, mediante un puente amurallado a modo de arquillo, concluyendo la protección de la Puerta de Bab-el-Sachar, que pasó a denominarse Puerta del Temple. Construyeron además un puente sobre el rio Turia. La torre fue demolida en 1780 en su parte superior y en 1865 el resto de la torre y la puerta de Bab-el Sachar.

El conjunto conventual actual fue construido entre 1761 y 1770 a petición de los monjes guerreros, por orden del rey Carlos III, después de que un terremoto destruyera el 23 de marzo de 1748 el anterior monasterio situado en el castillo de Montesa. En este lugar por aquel entonces sólo existían una serie de casas, restos de la torre de Ali Bufat y una pequeña iglesia propiedad primero del temple y luego de montesa. 

El 16 de mayo de 1748, ya el rey Fernando VI había autorizado el traslado de la orden a este nuevo emplazamiento pero no sería hasta los tiempos de su sucesor Carlos III cuando dieron comienzo las obras. 
El 6 de junio de 1761 se empezó la construcción de la nueva casa monacal de la orden de montesa. Fue obra de los arquitectos y maestros de obras valencianos Vicente Gascó Masot, Antonio García y Diego Cubillas siguiendo las trazas del arquitecto madrileño Miguel Fernández, discípulo de Francisco Sabatini. Aunque este último es el que se lleva la gloria de la obra, nunca estuvo en valencia y las obras fueron supervisadas y realizadas por los arquitectos valencianos anteriormente citados.

El convento fue construido entre 1761 y 1767, la iglesia se demoró tres años más pues fue bendecida por el obispo auxiliar Rafael Lasala el 4 de noviembre de 1770 aunque las obras no estaban totalmente terminadas. En 1785 aún se construiría la capilla de la comunión.

Durante la guerra de la independencia los franceses saquearon el convento y mataron a un número indeterminado de monjes, los otros fueron llevados a pie como prisioneros a Francia, muriendo la gran mayoría en el camino, bien fusilados o bien de cansancio y hambre.
Finalizada la guerra de independencia después de varios intentos por hacer renacer la vida monacal, el edificio fue abandonado después de la desamortización de Mendizábal de 1835, pasando entonces a propiedad estatal y a desempeñar diversas funciones de orden administrativo o cultural, asuntos relacionados con el gobierno central o de la diputación provincial.

El 13 de febrero de 1839 se autorizó el uso del palacio como local de reunión para “el liceo de valencia” sociedad cultural de fomento de las artes, literatura y ciencias, grupo de intelectuales al que pertenecían Teodoro Llorente Olivares, Vicente Wenceslado Querol, el músico Salvador Giner y Vidal entre otros.
En el año 1863 extinguida la sociedad del liceo, el edificio fue utilizado por la diputación provincial que hasta entonces ocupaba los locales de la casa profesa de la Compañía de Jesús. También se incorpora en 1864 proveniente de la misma casa profesa jesuítica el gobierno civil de la provincia. En 1865 también lo ocupó la delegación de hacienda. Finalmente para 1952 estos organismos se han ido redistribuyendo por otros edificios de la ciudad y queda como único inquilino del convento la delegación del gobierno en la Comunidad Valenciana. Otros usos que ha tenido el conjunto han sido almacén de tabaco, sal, aguardiente, pólvora etc.

Después de la desamortización de mendizábal de 1835 la iglesia queda sin culto, y no será hasta 1854 cuando el mismo se restablezca, aunque no la vida monacal que desapareció para siempre. La iglesia aunque con culto, languidece y la mayoría del tiempo permanece cerrada sólo abriéndose en ocasiones puntuales para celebraciones importantes. La situación cambiará cuando se hagan cargo del templo los Padres Redentoristas que permanecerán al frente del templo entre 1917 y 1993 con el sólo paréntesis de la guerra civil (1936-1939). Durante este periodo de guerra la iglesia es cerrada y aunque dedicada a almacén de municiones la misma no es incendiada, no así los bienes muebles, muchos de los cuales desaparecen sin que hayamos vuelto a saber nada de ellos.

Con la reforma finalizada en 2019 en la que se han invertido 12,5 millones, ha servido para modernizar las oficinas, eliminar postizos y rescatar estancias del siglo XVIII, y ha permito la puesta en valor de los restos arqueológicos que han ido apareciendo durante las misma, entre ellos restos de la muralla, la barbacana y una torre musulmana construidos en el siglo XII, en la planta baja han aflorado los restos de una vivienda medieval que se pueden ver a través del pavimento de cristal, estando documentado el nombre del propietario que se llamaba Felipe González.

IGLESIA DE SANTA MARÍA DEL TEMPLE

Para su construcción se derribó otra iglesia construida entre 1720 y 1725, de la que se desconocen sus características, ésta antigua era de proporciones mucho más modestas. Se encuentra en el costado oeste del convento, es de planta basilical con tres naves divididas en tres tramos, ancho transepto, capillas laterales y cúpula de ladrillo con tambor en el crucero.

La fachada de 25 metros de longitud se articula con dos cuerpos horizontales y tres calles separadas por cuatro pilastras compuestas de orden gigante. Está presidida por dos torres que flanquean un gran frontón triangular. Cuatro grandes pilastras cobijan las tres puertas (una por cada una de las naves interiores) y los dos balcones adintelados con frontones triangulares de los extremos. Sólo los revestimientos de teja vidriada de las torres (blancas y azules) y la cúpula son de tradición propiamente valenciana.


Sobre el frontón triangular dos figuras femeninas alegóricas, una de ellas porta una cruz y una llama en su mano y representa a la religión y la otra cruza sus brazos sobre el pecho y tiene una llama sobre su cabeza, en alusión a la devoción, son obras de José Puchol y Rubio labradas en 1770.


 
En el frontis de la iglesia destaca el escudo con las armas reales del rey Carlos III que ordenó y sufragó la construcción del convento y de la iglesia. La labra es obra de Jaime Molins en 1770. Debajo del escudo un vano semiesférico cerrado por una reja de hierro permite la iluminación interior del coro.

En la fachada exterior recayente a la plaza de Teodoro Llorente, sobre el muro de la iglesia, encontramos un sobreañadido realizado entre 1925 y 1926 por el arquitecto Lorenzo Criado Oltra y que no es otra cosa que las dependencias que los Padres Redentoristas tuvieron que realizar para hacer habitable la iglesia que debía albergar una pequeña comunidad, para ello se construyeron distintas dependencias ocupando partes inverosímiles de la iglesia que hicieron una vida bastante difícil de ocupación.

Las dos hermosas torres campanario de su iglesia, cuyo primer tramo forma cuerpo con la fachada, en la actualidad están desprovistas de campanas. Antiguamente eran cuatro eran las campanas del Temple "Miguel", “Jorge", "Vicente" y "María". En 1996 el Gremio de campaneros se hacía eco de una sorprendente noticia. Por georradar decía, se había localizado debajo de la Iglesia del Temple, a ocho metros de profundidad una campana de unos dos metros de boca, de la que no se tenía noticia ni oral ni por la documentación escrita. De ser esto cierto se trataría de una de las campanas más grandes de la Comunidad Valenciana, Aún cuando al parecer a la profundidad a la que se encuentra es inferior a la de los primeros niveles arqueológicos de la Ciudad. Por el sitio donde se encuentra, la propia iglesia del Temple, no se ha excavado para llegar a ella, si la hubiere.


Nada más traspasar la portada entramos en el vestíbulo o atrio, aunque hoy día no tiene nada de particular, en origen disponía de dos altares, uno de ellos dedicado a Nuestra Señora de Gracia y a su frente, el altar del Niño Jesús con la presencia de una escultura de Jesús Niño predicando en el templo y que en la actualidad se encuentra en el presbiterio de la iglesia.



En el interior de la iglesia se observa el orden clásico de los muros, y son de destacar el templete del altar mayor en forma de tabernáculo obra de Miguel Fernández y las pinturas con perspectivas de arquitecturas fingidas, obra de Felipe Fontana realizadas en 1770. 


Las naves laterales se abren a la nave central a través de grandes arcos de medio punto que apoyan en pilastras. Las naves se cubren con bóvedas de medio cañón con lunetos apoyadas en arcos fajones. Adosados a los muros grandes pilastras de orden corintio con fustes acanalados.



El templo tiene un total de nueve altares o retablos, los situados en las capillas laterales y en el tránsito de la sacristía son de madera dorada realizados en el siglo XVIII procedentes de la iglesia de 1725, los dos que se encuentran en la nave del crucero están realizados sin embargo en obra a principios del siglo XX.

La cabecera articula un profundo presbiterio acabado en un testero semicircular y coro alto a los pies. A la derecha de la capilla mayor y como continuación de la nave lateral de la epístola encontramos la capilla dedicada al Santísimo. A la izquierda de la capilla mayor en lugar de una capilla encontramos un camino de paso a la sacristía y a las dependencias del antiguo monasterio.

La iluminación del templo se realiza a través de ocho vanos abiertos en el tambor de la cúpula del crucero y el vano abierto a los pies y que ilumina el coro, es por tanto una iglesia escasa en luminosidad.

 

CAPILLAS
comenzando por el transepto y por el lado de la epístola (a nuestra derecha si miramos el altar mayor) encontramos las siguientes capillas:

Retablo de San Antonio de Padua (en el brazo del transepto). En el centro del retablo en el interior de una hornacina imagen de San Antonio de Padua que se encuentra recibiendo al niño Jesús que le entrega una gloria de ángeles. Sobre la mesa del altar, un busto en altorrelieve de Cristo Corazón Eucarístico con el santo cáliz, obra de José María Ponsoda Bravo. Este Cristo sufrió daños importantes en la guerra civil y Ponsoda tuvo que restaurar la imagen en las partes dañadas una vez finalizada la guerra.


 



 Retablo de San José. El centro del retablo lo ocupa la imagen de San José con el niño Jesús en brazos, obra en cartón-piedra de 1941. En la parte inferior del retablo en el interior de una hornacina una pequeña imagen del niño Jesús. En la parte superior en el interior de un óvalo los atributos de carpintería de San José.



Retablo de San Cayetano con el niño Jesús en brazos. En la parte superior, en el interior del óvalo, óleo representando a María Magdalena penitente. Con anterioridad esta capilla se encontraba bajo la titularidad de San Bernardo.



Retablo de la Trinidad o del Padre Celestial. Centra el retablo un lienzo bocaporte dedicado a la Santísima Trinidad. El lienzo es obra del pintor valenciano Manuel Diago Benlloch de 1941. En la parte superior en el óvalo, lienzo de María Magdalena penitente. Anteriormente llamada capilla de San Jorge.


continuando por la nave del evangelio encontramos las siguientes capillas o retablos:


Retablo de San Fermín, patrón de los navarros. En la parte superior San Miguel arcángel aplastando al diablo. Con anterioridad esta capilla recibía el nombre de capilla de San Miguel Arcángel.



Retablo de San Mateo. Escultura obra de Enrique Pariente Sanchis de 1951. En el óvalo de la parte superior lienzo de Santiago el Mayor. Con anterioridad la capilla se encontraba bajo la titularidad de San Benito.




Retablo de San Alfonso María de Liguori: obra del escultor Francisco Teruel Navarrete. Alfonso María de Ligorio fue el fundador de la Congregación del Santísimo Redentor (los redentoristas) que durante una época tuvieron presencia en el templo. En el óvalo de la parte superior del retablo, lienzo de moderna creación con una escena de San Lucas pintando el icono de la Virgen María (Nuestra Señora del Socorro). La escultura de San Alfonso Liguori fue colocada en este altar en 1923 pero la misma fue destruida en 1936 y el escultor Francisco Teruel tuvo que hacer una nueva escultura, réplica de la original que es la que vemos en la actualidad. Durante un tiempo el lienzo de la Virgen de Montesa se encontraba presidiendo esta capilla.












Retablo de San Expedito (en la nave del transepto): el retablo alberga en la hornacina inferior una talla de San Expedito, abogado de las causas perdidas y urgentes. El nicho central del retablo se encuentra vacío en la actualidad, aunque durante un tiempo albergó un lienzo de San Juan Bautista, desaparecido en la guerra civil. San expedito es un santo que la iglesia católica no reconoce como tal, al no estar nada clara su autenticidad histórica, por lo que es uno de los santos que la iglesia permite un culto particular, como culto tolerado pero no admitido.

San Expedito fue un militar romano que vivió a principios del siglo IV, comandante de una legión romana en la época del emperador Diocleciano. Cuenta la leyenda que en el momento de su conversión, tocado por la gracia de Dios, resuelve cambiar su vida y convertirse al cristianismo, ya que lo había conmovido profundamente la actitud de los cristianos al enfrentar la muerte. Entonces se le apareció el espíritu del mal en forma de cuervo que le gritaba que esperara para su conversión. Pero San Expedito, pisoteando al cuervo, se negó y por ello es un Santo que atiende los casos urgentes. Una vez convertido, predicó a toda su tropa y los acercó al cristianismo y eso provocó la ira del emperador Diocleciano ya que la importancia de su puesto hacía de él un blanco especial del odio del emperador. Fue flagelado hasta sangrar y después decapitado con una espada. Tiene una parroquia dedicada en Valencia junto con Santo Domingo Savio en la Calle Ayora.




Como continuación de la nave del evangelio y en el pasillo o transito al que se abre la sacristía, encontramos un retablo con un lienzo bocaporte de la Virgen de Montesa con San Jorge de Alfama, obra de Losé Camarón Bonanat de 1771. En el óvalo de la parte superior lienzo representado a la Virgen María con el niño en brazos. A los pies del retablo de la virgen de montesa, se encuentra lápida sepulcral de Fray Francisco Bernardo Despuig Rocafull (1506-1537) XII Maestre de la Orden de Montesa; esta lápida funeraria de época renacentista ya se encontraba en la capilla del Castillo de Montesa. En la actualidad la lápida se alza sobre un zócalo marmóreo que la eleva del suelo. La lápida en un primer momento fue colocada en el suelo a los pies del templo, ya que había sido voluntad del difunto que sus restos fueran pisados como señal de humildad, en 1969 y para preservar debidamente la artística lápida funeraria, fue trasladada a este emplazamiento. A los pies hay una inscripción que dice: HIC: IACET : FTR : BERN / ARD : DESPUIG : MR : XII / MONTESIE (aquí yace Fray Bernardo Despuig, XII maestre de montesa). Junto a la cartela figuran los escudos de Montesa y de su linaje.





La portada de la sacristía que se encuentra al fondo no es tal, ya que es una portada fingida, es decir, está pintada enmarcando el vano que se abre en el muro. La pintura es de Felipe Fontana, el mismo autor que realizó las pinturas fingidas del testero del presbiterio.

Presbiterio


El altar mayor está presidido por un baldaquino de jaspes de diversos colores realizado hacia 1773 por Miguel Fernández, es de planta circular y está coronado por un cúpula peraltada de jaspe que apoya en ocho columnas pareadas adosadas de mármol verde y capiteles corintios. remata la cúpula la estrella de Euclides realizada en bronce dorado. Su interior alberga una tabla de la Virgen del Perpetuo Socorro, aunque en origen alojó una imagen en madera ligeramente policromada de la Virgen de Montesa, realizada en Madrid por el escultor Francisco Gutiérrez y que fue destruida en la guerra civil española. La tabla de la Virgen del Perpetuo Socorro fue colocada en su actual emplazamiento por los monjes redentoristas, y es obra de la granadina Encarnación González.
 

En las paredes laterales del presbiterio podemos encontrar dos puertas; la de la derecha da acceso a la Capilla de San Jorge o de la Comunión, diseño de Miguel Fernández y ejecutada por el maestro cantero Diego Cubillas. La Capilla Mayor está revestida de mármoles, jaspes, columnas y pilastras de orden corintio; la puerta de la izquierda permite el paso al tránsito de la sacristía. Por encima de ambas puertas adinteladas, dos bajorrelieves en forma de óvalos o medallones laureados, sostenidos por ángeles, un óvalo representando a Carlos III (lado el evangelio) y el otro a Jaime II el justo (lado de la epístola), son obras del escultor José Puchol y Rubio, fueron esculpidos en mármol de carrara en 1774. En los dinteles de las puertas figuran las siguientes inscripciones: CAROLUS III HISPAN REX / A FUNDAM EREXIT DOTAVIT 1761 Y JACOBUS II. REX ARAGÓN / MONTESIAE DONATOR. 1319. 

En la base de las pilastras, en la embocadura de entrada al presbiterio, encontramos dos figuras, a la izquierda en la nave del evangelio la figura de un anciano orando, representa al XIII Maestre de la Orden de Montesa Don Francisco Llançol de Romaní, lo encontramos arrodillado, de perfil, en posición orante y apoyado en un reclinatorio. La talla realizada en mármol ya se encontraba en el desaparecido castillo-convento de montesa. A la derecha, en la nave de la epístola, Jesús enseñando en el templo, vemos la figura de un joven Jesús, sentado en un asiento (cátedra), figura vestido con dalmática atada a la cintura y con toga, levanta su mano derecha hacia arriba, mientras que la izquierda está apoyada en un libro (las sagradas escrituras) que sostiene en el regazo, el pie izquierdo lo tiene en posición avanzada mientras que el derecho está oculto entre los ropajes, la figura fue hecha para la iglesia del Temple de 1725 y está realizada en mármol de carrara por Giacomo Antonio Ponzonelli. Antes que ocupara este espacio, la escultura estuvo en el atrio de la entrada a la iglesia, pero ante los robos que se producían en la zona, se optó por guardarla en el interior.
Los frescos de la bóveda del presbiterio de hacia 1770 representan la asunción de la Virgen rodeada de los apóstoles, la Santísima Trinidad y dos medallones de San Jorge y Santiago Peregrino, obra de José Vergara Gimeno, la escena central representa a la Virgen que asciende a los cielos entre nubes rodeada de ángeles, mientras en el nivel inferior los apóstoles destapan el sepulcro vacío. Más arriba la Santísima Trinidad con la corona destinada a la madre de Dios y en los lunetos laterales los medallones antes descritos.
Las pinturas de las pechinas del crucero están realizadas también por el pintor José Vergara Gimeno y representan a santos relacionados con la Orden de Montesa: San Benito de Nursia, San Roberto de Molesmes, San Bernardo de Claraval y San Raimundo abad de Fitero, este último fundador de la Orden de Calatrava, vestido con ropas militares y portando un escudo con el emblema de la Orden Calatrava.

El testero de la capilla mayor está decorada con pinturas al fresco realizadas con la técnica de la grisalia, en forma de arquitecturas fingidas, obra del boloñés Felipe (Filippo) Fontana, realizadas hacia 1770.
los pilares, muros y techos adyacentes a la capilla de san alfonso maría de ligorio que ya hemos visto, se encuentran decorados con pinturas al fresco de diversa temática, con abundancia de cartelas y mensajes alusivos. estas pinturas fueron realizadas hacia 1923 por el pintor vicente pastor con la colaboración del alicantino remigio soler tomás y ricardo white, fueron encargadas por la archicofradía del perpetuo socorro y centra su temática en historias relativas a la historia del icono de la virgen y santos relacionados con los redentoristas.






















La capilla de San Jorge o de la Comunión se ubica a la derecha de la capilla mayor, como continuación de la nave lateral de la epístola y la preside un retablo con la imagen de la Virgen de los Desamparados. Recibía el nombre de Capilla de San Jorge porque en ella se conservaba un busto en plata con la reliquia de la cabeza de San Jorge, regalo del rey Felipe II a los montesianos, desgraciadamente tanto el busto como la reliquia se perdió parcialmente en la guerra de la independencia y totalmente en la guerra civil de 1936.
la capilla de la comunión fue el último elemento que se construyó del conjunto montesiano de convento e iglesia, fue construido entre 1773 y 1785 por Diego Cubillas que desde un primer momento había participado activamente en la construcción de todo el conjunto conventual. se cubre por bóveda de medio cañón separados en tres tramos por arcos fajones, el primer tramo se cubre con una decoración acasetonada en forma hexagonal, el segundo tramo sigue la misma disposición acasetonada pero estos adoptan forma octogonal, y por último el testero que se cubre con una bóveda de cuarto de esfera también con casetones pero esta vez cuadrados y trapezoidales ajustándose a la forma de la bóveda, es obra realizada por Diego Cubillas según planos de Miguel Fernández y fue finalizada en 1785. En los muros laterales de la capilla podemos encontrar dos bajorrelieves en madera simulando mármol realizados por José Puchol Rubio que es de los mejor que tiene la capilla.







LEYENDA DE LA HIGUERA DE LA “PUERTA DEL HECHICERO”

Cuentan los viejos que la puerta árabe rebautizada como “Barbazachar” por los cristianos, era nombrada originalmente como Bab-el-Sacha: “Puerta del Hechicero” o “del Hijo del Hechicero”, porque en la torre contigua a ella vivía con su hijo un hechicero árabe muy bondadoso, gran botánico y hábil herborista, que a todos socorría con sus preparados medicinales, haciendo caridad de ellos a los más necesitados.

Un día se presentó un pobre y desconocido viajero, mendigando su ayuda, al que atendió según su costumbre, sin cobrarle y aun dándole la mitad de su comida. Más resultó que el mendigo era un enviado de Alá, loado sea su nombre, un “djin” o “efuit” benéfico, que en premio a su bondad promete conceder al hechicero la recompensa que prefiera. El anciano herborista rechaza cualquier favor personal, aunque solicita del “djin” le revitalice una vieja Higuera, casi agotada, con cuyos frutos solía remediar el hambre de los pobres que acudían a su puerta. El enviado de Alá le concede, además, que el árbol dé frutos todo el año y su higos sean medicinales; y para protegerla de los ladrones le otorga otro don: si alguien ajeno a su casa sube a la higuera, no podrá bajar de ella hasta que el dueño lo autorice, pues la tierra rechazará al ladrón hasta las ramas cada vez que éste intente poner los pies en el suelo.

Pasaron los años y el lugar fue entregado a los Templarios, que permitieron al anciano hechicero continuar habitando allí, en atención a su fama de santidad. Aunque a cambio solicitaron de su sabiduría les ayudase a construir un puente para salvar el caprichoso rio. El musulmán acepto el trato, pero debido a su edad avanzada cedió el trabajo a su hijo.

El joven aprendiz de brujo, atolondrado e irreflexivo, invoca al Diablo para que haga su trabajo, y éste accede a ayudarle, pidiendo como único pago, un suspiro suyo. Accede éste a tan extraño salario, y cuando el trato está cerrado, el Diablo le comunica que dentro de siete días, cuando la obra esté acabada, vendrá a recoger el suspiro. El último suspiro del joven, que contiene su alma inmortal. El inocente aprendiz de brujo ve pasar los días al tiempo que progresa la obra, pues el Diablo ha traído un dragón para transportar la piedra y una legión de diablillos para hacer de albañiles. Primero hacen el arco-puente, entre la torre y el convento del Temple, a modo de maqueta de la obra y luego emprenden el trabajo sobre el rio. Agobiado, el joven se confiesa con su padre, y éste, tras una breve reflexión, le aconseja sobre cómo tratar al Maligno cuando vuelva a cobrar.

De modo que, concluida la obra, sólida y resistente, el Diablo se presenta el séptimo día, para recoger el último suspiro y de paso el alma del joven. Más he aquí que el joven pide al Maligno una última gracia: comer algunos frutos de la higuera de su padre. Accede el Diablo, pero recelando una estratagema, le pide al joven subir juntos al árbol y poder recoger higos para el camino. Dicho y hecho, se alzan a las ramas y en esto aparece el viejo hechicero, exclamado: ¡¡Baja de la higuera, hijo mío!! lo que el joven hace de un salto, al ver esto el Diablo lo imita, pero apenas toca el suelo sale nuevamente despedido hacia lo alto del árbol. Donde además sus poderes no tienen efecto.

Cuando tras varias tentativas, el Diablo comprende que está preso en la higuera, mohíno y amoscado accede al trato que le proponen los hechiceros: será libre si devuelve su palabra al aprendiz de brujo y con ella su alma, comprometiéndose a no tocar una sola piedra de la obra edificada.

Cumplió puntualmente pues le obligaron a jurar sobre el “Sello de Salomón”, con él sea la paz, que es talismán inquebrantable.

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