El Palatino fue la cuna de Roma. Según narra la leyenda, en esta colina Rómulo trazó el 21 de abril de 754 a.C. el surco que había de delimitar la ciudad. También cuenta la leyenda, que es en el Palatino donde se encontraba la cueva de la loba, denominada Lupercal, donde se amamantó a los gemelos fundadores de Roma, Rómulo y Remo. El lugar es privilegiado: a 50 metros sobre el nivel del mar y 40 sobre el nivel del Tíber, constituía un refugio natural fácil de defender. La colina estaba formada por tres cimas: el Palatino, a sudeste hacia el Circo Máximo; el Germalus, a occidente hacia el Velabro y la Velia por el lado del Coliseo. Es un paraje con extensiones de césped y grandes pinos, que durante la República se convirtió en el barrio donde residía la clase dirigente romana y los ricos. Ya en la época imperial, paso a ser la residencia oficial de los emperadores desde que lo hiciera el emperador Augusto, quién quiso manifestar así la relación entre el emperador y el fundador de la ciudad, Rómulo, además de la ascendencia divina de ambos. En el Palatino tuvieron también su morada Tiberio, Nerón y los Flavios entre otros. En esa época, el término palatium acabo designando tanto a la colina como al palacio del emperador. Este vocablo se extendió a otras lenguas europeas. Debido a que se ubicó allí la clase política, se lleno el lugar de palacios y domus, que eran las viviendas unifamiliares romanas, de familias con cierto poder económico.
Hace algunos años, durante las excavaciones realizadas en algunos lugares del Palatino, se encontró un bloque de piedra sobre el que se leía una frase en latín arcaico: Consagrado sea a un dios, sea a una diosa. El bloque procede del año 100 a.C, fecha en la que le fue dedicado como altar al Dios desconocido: todo un símbolo de lo que faltaba a una civilización que ha dejado tantas ruinas imponentes.
Por otro lado esta el gran estadio del Palatino en forma de circo, que estaba rodeado por un pórtico de dos pisos. Lo mando construir Domiciano y estaba concebido para celebrar en él distintas competiciones y fiestas. Otros restos arqueológicos de interés son el Templo de Cibeles, del que se conserva su podio
Descripción:
Se sube al Palatino por el Clivus Palatinus; luego por una escalinata, a la derecha, que lleva a la espléndida Villa Farnese, con el palacete del s.XVI y los jardines Farnesianos, sostenidos por los potentes pórticos de la Domus Tiberiana (primer palacio imperial).
Continuando, se baja a la Casa de Livia, morada original de Augusto. Es un ejemplo típico de casa patricia del último periodo republicano. Se pueden ver todavía el gran vestíbulo, el triclinio y las alae. Destacan las pinturas murales de estilo pompeyano, de grandes paneles, paisajes, perspectivas y festones.
Continuando a la izquierda, se llega al criptopórtico, construido por Nerón era una galería que recorría un lateral del palacio de Tiberio, para unir el Palatino con la Domus Aurea;
luego se sube, a la derecha, al Palacio de los Flavios (Domus Flavia). Fue erigido por Domiciano hacia finales del s.I d.C. como residencia oficial y pública de los emperadores. El palacio estaba constituido, a la izquierda, por una amplia basílica de tres naves, con el Aula Regia, donde se recibían las audiencias imperiales, y el lararium, -capilla doméstica-; en el centro, el peristilo -lugar rodeado de columnas por la parte interior-, en otro tiempo circundado por un pórtico con un laberinto, del cual ha quedado el trazado; y, a la derecha, el grandioso triclinio, comedor del emperador, que estaba enlosado con mármoles preciosos y adornado con grandes arcos; existen todavía restos del pavimento y dos fuentes, una muy bien conservada.
Contigua al palacio, se hallaba la Domus Augustana, residencia particular del emperador y de su familia. Tenía dos pisos. El superior, a nivel del palacio de representación, tenía en su centro un amplio peristilo con una fuente central; el piso inferior tenía un segundo pórtico, alrededor del cual estaban colocados los cuartos de la vivienda particular, muchos con grandes ventanales hacia el valle del Circo Máximo. La tercera parte, que terminaba el plan arquitectónico de Domiciano, estaba constituida por el Hipódromo, estadio rodeado por pórticos, decorados por medias columnas de frente a la arena, y con una o dos galerías superiores. Tenía 160 metros de largo por 50. Todavía se puede ver las metas y muchos fragmentos de columnas, capiteles y un ara de forma cuadrada en la que están representadas las 12 divinidades del Olimpo. La tribuna imperial estaba formada por una amplia semicircunferencia de asientos, de dos pisos; en el segundo se sentaba el emperador para poder admirar los espectáculos y gozar de la vista general de este maravilloso conjunto arquitectónico.
En la zona más alta del Palatino, en medio de un minúsculo pinar, quedan dos edificios intactos; son dos iglesias: la de San Sebastián, construida en el siglo X, y la de San Buenaventura, más reciente, del XVII. En la parte superior del ábside de la iglesia de San Sebastián se encuentran representados cuatro mártires: Lorenzo, Esteban, Sebastián y Zótico; en la escena inferior, la Virgen preside el trabajo del artista y una inscripción le otorga el título de Splendida Mater.
Giardini e vasca ovale
Casa dei grifi
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