El municipio de Campo de Criptana se ubica en el noreste de la provincia de Ciudad Real, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Está situado en la comarca natural de La Mancha, dentro de la subcomarca denominada Mancha Alta. Forma parte de la mancomunidad de Promancha. Limita al norte con la provincia de Toledo, al este con Pedro Muñoz, al sur con Arenales de San Gregorio y Tomelloso, y al oeste con Alcázar de San Juan.
Símbolos
Tanto el escudo como la bandera de Campo de Criptana poseen el mismo diseño partido. La primera parte de azur con dos menguantes de plata; y la segunda de gules, con un castillo de oro, aclarado de gules y surmontado de un lucero también de oro. El escudo se representa cargado sobre el pendón de Castilla y una cruz de Santiago. Las armas ya eran conocidas en tiempos de Felipe II.
La tradición cuenta que las dos medias lunas significan las dos letras iniciales del grandioso pueblo, ya que representa la supremacía sobre el pueblo de Arenales; el campo azul, la protección del cielo para conseguirlas; el rojo, la sangre vertida en ellas; el castillo, el que existía en el actual santuario de la Virgen de Criptana; y la estrella, la aparición de ésta en la ermita. La existencia de tales batallas es probablemente ficticia y las medias lunas parecen ser una simple evolución de las iniciales del nombre de la población.
Himno
El himno a Campo de Criptana fue compuesto en 1935 por José Vicente Ortiz Muro (letra) y Celedonio Cedenilla (música) y promovido por el entonces director de la Banda de Música Filarmónica Beethoven, Manuel Angulo Sepúlveda. Siendo adoptado como Himno Oficial de la Villa en 1939.
Historia
La época histórica más conocida de Campo de Criptana hace referencia al siglo XVI, debido a que este municipio y, más en concreto, su Sierra de los Molinos fue el lugar que inspiró a Cervantes para narrar la celebérrima aventura de la literatura universal de Don Quijote contra los Gigantes. Así lo atestiguan las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575) y el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752), al ser el único pueblo de las cuatro provincias manchegas con tantos molinos de viento, un total de 34, más que todos los pueblos de esta comarca natural.
Sin embargo, la historia de Campo de Criptana se remonta siglos atrás. Los primeros pobladores de la zona deben situarse hace unos 5.000 años, en el Neolítico final y Calcolítico. Culturas trashumantes asociadas a la búsqueda de metales. Pueden encontrarse restos de sus asentamientos, incluido un posible dolmen, en Guarreyiso o el Pico. A esta cultura también se asocian los petroglifos de la Senda de Cantareros.
Una vez iniciada la época de los metales, los asentamientos del término quedaron dentro del área de la cultura del Vaso Campaniforme y posteriormente en la denominada cultura de Cogotas I. Ya dentro de la Edad del Hierro, los poblamientos locales formaron parte del extremo sureste dentro del territorio de los carpetanos.
De ellos habla el historiador griego Polibio al describir una incursión del ejército cartaginés entre los ríos Tajo y Guadiana en el año 220 a.C. Es bajo la pretura de Tibero Sempronio Graco, en el año 178 a.C., cuando realmente se domina la zona tras la toma de Alces y Certima y la derrota del rey Thurro y sus aliados. A partir de este momento se crean las bases del desarrollo comercial de la zona, construyendo vías, villas, calzadas y puentes.
En época romana, el ascenso a la categoría de municipium de la vecina Consabura (Consuegra) y su desarrollo consiguiente, hizo que las localidades del término experimentasen un marcado declive. Durante el bajo imperio, parece que la comarca se articuló en torno a una importante villa surgida en la actual Alcázar de San Juan.
Tras la caída del Imperio Romano, el término municipal inicialmente formó parte del efímero reino alano para pasar después al dominio visigodo. Durante esta época, la población parece centrarse en el poblado de Villajos y en torno al puesto fortificado existente en el Cerro de la Virgen, lugares donde se mantuvo ya en época musulmana, en la cual, el término municipal quedó bajo la esfera de la ciudad de Toledo, tanto durante el califato como durante la Taifa de Toledo a la cual perteneció
En el año 1097 el rey moro de Denia se refugia en el Castillo de Critana, tras derrotar a Alfonso VI en la Batalla de Consuegra donde muere el hijo del Cid Campeador. En 1174 el rey castellano Alfonso VIII decide que Criptana y Villajos las repueble la Orden de Santiago. A partir de 1328 se unifican los pueblos de Criptana y el Campo, según una carta privilegia del maestre de la Orden de Santiago don Vasco Rodrigues, constituyéndose una nueva entidad que pasó a denominarse Campo de Criptana.
En 1523 el emperador Carlos V confirma los privilegios que los Reyes Católicos y Juana I de Castilla habían confirmado y otorgado a Campo de Criptana.
Además de los molinos de viento, en torno al siglo XVI se fechan algunos de los monumentos más importantes del municipio, como la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, el Pósito Real, el Convento de Carmelitas Descalzos, o las Ermitas de la Virgen de la Paz, de la Veracruz o de Santa Ana. Por su parte, en el siglo XVII destacan las construcciones de la ermita del Cristo de Villajos y el Pozo de Nieve.
El área de Campo de Criptana fue escenario de la actuación de las guerrillas en la Guerra de la Independencia durante la cual, se dieron varios combates en la población entre fuerzas españolas y napoleónicas. Tras la muerte de Fernando VII, también la I Guerra Carlista tuvo que sufrirse en la comarca y la localidad sería objeto de ataques a manos de los combatientes anti-isabelinos.
Durante estos dos últimos siglos la economía ha estado basada en los productos agrícolas mediterráneos típicos: cereales, olivo y vid, y en la ganadería lanar. Del sector secundario debe mencionarse la producción de harina y la artesanía textil, junto a la elaboración del utillaje necesario para las tareas cotidiana, actividades que por lo general surtían el mercado local.
Este panorama cambió de forma significativa con el desarrollo de la vid y de la producción vinícola a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, fenómeno favorecido por la extensión de la filoxera en Francia y en el este de España, lo que propició la llegada de bodegueros y exportadores de vinos a esta tierra con unos suelos y condiciones climatológicas ideales para este cultivo.
Molinos de viento
En la actualidad, son doce los molinos que se divisan sobre la Sierra de Los Molinos y uno sobre el Cerro de La Paz. La denominada Sierra de los Molinos, es un espacio que, según la terminología de la Ley del Patrimonio Histórico vigente, es ‘zona arqueológica’ pues los molinos son una buena muestra de arqueología industrial. Asimismo, la Sierra de los Molinos junto al Cerro de la Paz fueron declarados en el año 2001 Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico.
Según los estudiosos cervantistas, los Molinos que dan nombre a esta sierra eran los gigantes contra los que combatió el Ingenioso Hidalgo en el capítulo VIII de la primera parte de la universal obra de Miguel de Cervantes.
Campo de Criptana fue el mayor conjunto de molinos de La Mancha. En las relaciones topográficas de Felipe II, en 1575, reza: “Hay en esta Sierra de Criptana, junto a la villa, muchos molinos de viento” y en el Catastro del Marqués de la Ensenada, en 1752, aparecen reflejados 34 molinos.
Los molinos criptanense son de tipo "torre" construidos en mampostería y blanqueados con cal. Tienen una planta circular horadada de ventanucos, guía para la orientación del viento, que indicaba hacia dónde girar la cubierta cónica para que sus aspas aprovecharan el viento a conveniencia.
Los molinos tienen planta circular y su interior se estructura en tres alturas; la inferior -cuadra- donde se almacenaban los sacos; la camareta, planta intermedia, donde se cernía la harina y la planta superior donde se sitúa la maquinaria (eje de las aspas, rueda catalina, linterna y las dos piedras de moler -volandera y solera-). Una escalera adosada a la cara interior del muro, comunicaba las tres alturas. El cereal, una vez molido, descendía por gravedad a través de un conducto hasta la planta baja.
Los exteriores de los molinos estaban enjalbegados de cal, realizados en muros de tapial o mampuesto, con techos cónicos que giraban, con la ayuda del palo de gobierno, junto a sus aspas para aprovechar los vientos imperantes según las horas del día o épocas del año. Estos doce vientos se denominaban popularmente como: Barrenero/Matacabras/Solano Alto/Solano Fijo/Solano Hondo/Mediodía/Ábrego Hondo/Ábrego Fijo/Ábrego Alto/Toledano/Moriscote/Cierzo.
Las cuatro aspas estaban formadas por una vara central, cuatro o seis vergas naturales paralelas y quince o más travesaños que daban como resultado una pala que permitían unas velas largas y estrechas.
Los molinos de Campo de Criptana estuvieron en funcionamiento desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX.
El Quijote y los Molinos
Don Miguel de Cervantes puso a los molinos de viento en el mapa con el episodio de la lucha de Don Quijote contra los gigantes: “En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos que hay en aquel campo”. Es evidente que solo un lugar como la Sierra de Los Molinos de Criptana pudo servir de inspiración a Cervantes para crear esta conocida aventura.
El conjunto lo integran tres molinos históricos del siglo XVI: Burleta, Infanto y Sardinero, fueron declarados Bienes de Interés Cultural en el año 1978, son también Monumentos de Interés Histórico-Artístico. Son molinos aún funcionales al conservar su estructura y maquinaria original como hace casi 500 años, supervivientes del numeroso grupo que pobló el paisaje criptanense desde el Siglo XVIII, más otros siete molinos: Lagarto, Culebro, Pilón, Cariari, Inca Garcilaso, Quimera y Poyatos, resultado de reconstrucciones realizadas en las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX. Además, se conservan numerosos restos constructivos de otros molinos históricos, o de sus silos de molienda, como son: Castaño, Paletas, Burillo y el silo del molino Tahona.
En el Molino Culebro se puede visitar el Museo Sara Montiel y en el Molino Poyatos se encuentra el Punto de Información Turística. Por su parte, en el Molino Cariari se expone contenido cinematográfico, el Molino Pilón está dedicado al mundo del vino, el Molino Quimera se centra en la Semana Santa de la localidad y el Molino Lagarto expone temas relacionados con la poesía.
Barrio del Albaicín Criptano
Es el casco Histórico de Campo de Criptana, se encuentra en la parte alta de Campo de Criptana, entre la Sierra de los Molinos y el Centro Histórico. Está formado por un entramado de calles históricas, estrechas y pendientes pronunciadas. Las construcciones que predominan en este barrio son casas típicas manchegas de una sola planta, con fachadas encaladas y zócalos de color añil. La teja curva rojizas árabes y las rejas de forja son otras características propias de este barrio plagado de casas-cueva, una especie de viviendas troglodíticas modernas que mantienen la misma temperatura tanto en verano como en invierno. Estas casas-cuevas, que sirvieron de vivienda a las clases humildes, han sido recuperadas para otros usos relacionados con el turismo. Restaurante, museo y hotel rural son algunos de ellos.
Espacio icónico de características fuentes y casas-cueva que conserva la disposición y aspecto tradicionales manchegos. En él se encuentra el Molino Sardinero, el Cerro de la Paz, La fuente del Caño y la Fuente del Moco, La Ermita de Santa Ana, etc.
En el Cerro de La Paz se asentaba la aldea de El Campo, núcleo original de lo que hoy es la localidad. El Campo es una de las cuatro poblaciones mencionadas en la documentación medieval que existe de la localidad. La aldea de El Campo acogió población procedente de otros puntos que quedarían, con el pasar del tiempo, deshabitados (Chitrana, Posadas Viejas y Villajos), y finalmente se erigió en la localidad que actualmente conocemos como Campo de Criptana. De hecho, en el plano del término municipal de Campo de Criptana elaborado en 1885 por el Instituto Geográfico Estadístico se representa el hoy conocido Barrio del Albaicín.
Casas cueva
El barrio del Albaicín tiene un destacado valor patrimonial por albergar un elevado conjunto de casas-cueva (viviendas excavadas en la tierra o en la roca, que mantienen la temperatura, y en las que solían vivir familias humildes, muchas veces con sus animales) y cuevas-silo. En el Albaicín Criptano existen multitud de casas-cueva, excavadas en la ladera de la Sierra de los Molinos, se estima que se conservan más de 300, en un barrio con poco menos de setecientos inmuebles. Empezaron a labrarse a finales del siglo XIX, cuando el barrio era una zona semiurbana sin consolidar. Estas viviendas fueron construidas por familias con pocos recursos, que se veían obligadas a crear espacios habitables con el menor coste posible.
Se trata de una construcción que fue muy habitual en los pueblos manchegos. Las casas-cueva son construcciones típicas excavadas en la roca, en la ladera de la Sierra de los Molinos, donde vivían antiguamente los vecinos. Se encuentran en el Barrio del Albaicín, conformado por un conjunto de calles típicas manchegas, estrechas y de pendiente pronunciada. Algunas de estas cuevas también constaban de un almacén de grano que posteriormente se molía en los molinos de viento. Generalmente, los animales de carga también vivían bajo el mismo techo.
En la actualidad, se pueden visitar la Casa Cueva del Cerro de la Paz o la Cueva del Molino Infanto, además existen otras cuevas de particulares tanto en establecimientos hosteleros como en viviendas.
Abierta al público, consta también de una tienda de productos típicos y artesanía.
Casa-Cueva de la Pastora Marcela
Se trata de una vivienda habitual excavada en la roca o en la tierra que acogía a las familias que en ellas vivían pero que también solían tener un espacio dedicado a los animales y para almacenaje del grano: ejemplo claro, formal y funcional de la quintería manchega.
La casa-cueva de “La Pastora Marcela” ha conservado su fisonomía original. Refleja de un modo fiel la forma de vida doméstica de antaño en el Albaicín Criptano.
Este curioso “hogar” consta de aproximadamente 100 m2 y se caracteriza por su organización, su estética y su valor etnográfico. La Casa Cueva del Cerro de la Paz consta de dos plantas, su estructura es de fábrica de tapial y su cubierta es inclinada con teja curva sobre estructura de madera. La fachada consta de tapia encalada con zócalo y jambas de la puerta en color azul añil. Dividida en varias estancias, destacamos el habitáculo que ejerce la función de sala de estar o de dormitorio. Usualmente, también había espacio en ellas para los animales de carga y un almacén para el grano que posteriormente sería molido en los molinos de viento.
En su exterior, es característica su fachada encalada y su zócalo añil.
En la planta superior se encuentra una exposición con fotografías de Isidro de las Heras y paneles informativos sobre las casas-cueva del barrio del Albaicín de Campo de Criptana. En la planta inferior está el patio y la casa, su almacén, la cuadra, la cocina con su despensa y chimenea, y alrededor, las habitaciones.
Pósito Real
Se trata de un edificio original del S XVI, que fue ampliado en el S XVIII, durante el reinado de Carlos III. Este edificio del siglo XVI, ampliado en el siglo XVIII durante el reinado de Carlos III, fue sede de un banco agrícola que, bajo el control del Ayuntamiento, prestaba grano a los agricultores en época de carestía como adelanto del año venidero. Su finalidad era doble: realizar préstamos en especie a los agricultores, que los reintegraban al año siguiente una vez recogida la cosecha, y regular el mercado del trigo, cuando el precio de éste y el del pan tendían desmesuradamente al alza, con el fin de evitar o atenuar posibles conflictos sociales.
De piedra, mampostería y sillar, en el Pósito Real destaca la portada, con arco de medio punto enmarcado con una ornamentación de raíz plateresca. El escudo central corresponde a Felipe II, y los dos que lo flanquean, con la cruz de la Orden de Santiago, a la que pertenecía la villa.
En el interior del edificio son especialmente llamativos e interesantes sus gruesos pilares y la estructura de madera de la cubierta, que podemos observar desde la planta alta.
Sus principales fines eran dos. Por un lado, realizar préstamos en especie a los agricultores, préstamo que deberían devolver el año siguiente, una vez recogida la cosecha.
El declive del Pósito Real comenzó tras la guerra de la independencia. En el año 1914 fue enajenado en subasta pública y, finalmente, en 1991 pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Campo de Criptana, que lo restauró. La rehabilitación fue realizada por una Escuela Taller Local. En el año 1997, La rehabilitación obtuvo un galardón Premio Europa Nostra como reconocimiento a la mejor restauración llevada a cabo en un edificio de interés histórico-artístico de su naturaleza.
Actualmente es el Museo Municipal, albergando exposiciones y actos culturales.
Museo arqueológico
Es relativamente de reciente creación y se encuentra situado en el edificio de El Pósito. Concretamente en una pequeña dependencia donde se exponen alrededor de mil piezas debidamente catalogadas y apoyadas por murales educativos. En las vitrinas y a través de un vídeo se explica el Campo de Criptana anterior a la existencia de los molinos en el siglo XVI. Para ello se remonta a restos de la Era Primaria.
Se trata de una colección de fósiles, monedas, objetos de cerámica, herramientas…, donada por un particular, Vicente Aparicio Arias al Ayuntamiento de Campo de Criptana que hubo que donarse por ley a la Diputación Provincial de Ciudad Real desde donde se ha cedido al consistorio de la localidad como muestra temporal.
Esta muestra arqueológica se entrelaza con paneles informativos que nos explican sobre la historia y evolución de Campo de Criptana. El paleolítico, las culturas neolíticas y metalúrgicas, los pueblos prerromanos, la conquista romana, la edad media, la edad contemporánea, la edad moderna…
Iglesia Parroquial De Ntra. Sra. De La Asunción.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, también conocida como la iglesia parroquial, está ubicada en la Plaza Mayor de Campo de Criptana. Está considerada el punto neurálgico de la localidad.
La iglesia actual se inaugura reedificada el año 1958 bajo el nombre de “Iglesia Nuestra Señora de la Asunción” tras haber sido destruida la anterior del S. XVI, en la quema de 1936 durante la Guerra Civil española.
La Iglesia es un edificio de grandes dimensiones y una considerable altura destacando el elevado campanario visible desde muchos puntos de la localidad.
Es de una sola nave con bóveda de cañón y presenta capillas a ambos lados. Tiene un estilo ecléctico, mezcla de diversas influencias de la que destaca la clasicista vigente de ll arquitectura española posterior a la última guerra civil.
A la izquierda del ábside, de forma semicircular, se encuentra la capilla del Santísimo donde se encuentra la imagen de Nuestra Señora de Villajos (talla en madera del siglo XIII, durante la restauración del Santuario del Santísimo Cristo de Villajos).
En su interior, además de las vidrieras de los extremos del crucero, que representan a Santo Tomas de Villanueva y a San Juan de Ávila, son de interés dos tallas escultóricas en madera: la llamada virgen de Villajos de finales del siglo XIII y el Cristo de la Expiración. Ésta última de Juan Cristóbal, artista del siglo XX. Así mismo, merece la atención del visitante las pinturas que decoran el altar mayor del pintor Isidro Antequera y las sencillas y decorativas cenefas del pequeño ábside de Francisco Valbuena hijo.
Santuario del Stmo. Cristo de Villajos.
El origen de este santuario y su ermita, dedicados al Cristo de Villajos, patrón de Campo de Criptana, se encuentra muy probablemente en la existencia de la población medieval de Villajos, cuyos habitantes se trasladaron durante el S. XIV a lo que ya empezaba a ser Campo de Criptana.
El santuario se fue abandonando hasta su primera reconstrucción, en 1568, abordada por la Orden de Santiago. Se llevó a cabo una reedificación en 1663 bajo los cánones del estilo barroco, y a estas le han sucedido otras. Este santuario fue destruido y saqueado hasta en dos ocasiones, en la Guerra de la Independencia primero y en la Guerra Civil después, reconstruido posteriormente con ayuda de los vecinos de Campo de Criptana.
El interior de la ermita es de gran interés. La nave longitudinal cubierta con bóveda de cañón con lunetos y falsos ventanales. La nave de crucero tiene en sus extremos secciones de bóveda de cañón, su parte central está rematada por cúpula sobre pechinas. El testero es plano y cuenta con un retablo que imita al original barroco.
En los libros de visitas de la Orden de Santiago se habla de ermita de Santa María de Villajos o Nuestra Señora de Villajos. En unas obras realizadas en el exterior del santuario, en la década de los 80 del S. XX, se encontró dentro de los muros una talla de la Santísima Virgen de Villajos. Esta imagen, de estilo románico de transición, se considera que es aproximadamente del año 1300. Es, en cualquier caso, anterior a 1575, fecha en la que consta que este templo estaba bajo advocación de Nuestra Señora de Villajos. La imagen se conserva en la Iglesia Parroquial de la Asunción de Nuestra Señora.
La festividad del Cristo de Villajos es el 24 de agosto, y en estas fechas se celebran las ferias y fiestas de Campo de Criptana.
Situado aproximadamente a 2 kilómetros del casco urbano, este santuario, que alberga a la Virgen de Criptana, patrona de Campo de Criptana, se erige en un cerro (llamado Cerro de la Virgen) desde el cual podremos disfrutar de unas amplias y generosas vistas de la llanura manchega, hasta donde llega la vista.
Rodeado por una antigua muralla, que cubre la totalidad de la parte alta de este cerro, el vistoso edificio fue construido en el S. XVI sobre otro anterior. En este cerro se localizaba el núcleo de población medieval llamado Chitrana.
De la ermita, que conserva elementos originales renacentistas, destaca su portada de acceso, un arco de medio punto y columnas de orden toscano. Su interior es de tres naves cubiertas por tramos abovedados, alternando las bóvedas vaídas de la central con las de medio cañón de las laterales.
La festividad de la patrona, la Virgen de Criptana, se celebra los lunes de pascua, cuando la patrona es portada hasta la villa, y luego marcha en procesión hasta la parroquia.
Ermita de San Sebastián
Una pequeña ermita cuya historia nos remonta al siglo XV. Al menos así queda recogida en los Libros de Visitas de la Orden de Santiago que además nos hablan de un edificio abovedado. De su construcción original no queda nada prácticamente debido a las múltiples reedificaciones. Lo que sí que queda es el nombre y la veneración al santo romano y converso que se convirtió en patrón contra la peste. De ahí que en el siglo XVI se extendiera el culto a San Sebastián en muchas poblaciones.
El barrio de San Sebastián celebra sus fiestas el 20 de enero con un programa de actividades que tienen el encuentro entre los vecinos y la apertura a todo el pueblo como protagonistas además de la procesión de la imagen tras la misa en honor a San Sebastián que se celebra en su ermita. En estas fiestas no falta la hoguera en medio de la plaza, el torneo de fútbol escolar, los churros con chocolate y los titos y el zurra que la hermandad prepara y ofrece en la trastienda de la ermita. Este pequeño edificio y la tradición son hoy una realidad gracias a la Hermandad de San Sebastián que, como tantas otras de Campo de Criptana, trabaja por el mantenimiento de la ermita y de la devoción.
Ermita de Santa Ana
La ermita de San Ana es más que un pequeño edificio. La ermita se construyó en 1575 posiblemente sobre otra anterior, en terrenos entonces situados, extramuros de la villa. A lo largo de los siglos XVII y XVIII, conoció un progresivo deterioro hasta el momento del establecimiento en ella de la orden tercera de San Francisco de Asís, que la reparó. Otro periodo negativo para el edificio fue el que siguió a 1809, año del decreto de José I sobre suspensión de órdenes religiosas. En 1829 fue reconstruida una vez más por la citada orden tercera.
La planta es de cruz latina, aunque desde el exterior no se puede apreciar ya que a los lados de la ermita se adosaron viviendas. En su interior combina sistema abovedados y dintelados. La nave longitudinal utiliza cubierta plana con tirantes de madera en resalte. En los brazos del crucero hay sendas bóvedas elípticas decoradas con casetones y soportadas por pechinas por su parte, el tramo de la cabecera presenta bóveda de cañón y la decoración es también variada, incluyendo la de tipo epigráfico que hace referencia a la reconstrucción de 1829.
El resultado es una bonita y amplia ermita presidida por la imagen de San Ana que procesiona todos los 26 de julio. Sus paredes sirven de pantalla para una de las actividades que en los últimos años se ha convertido en imprescindible, cine de verano en pleno barrio de Santa Ana. Tampoco faltan los tradicionales roscos de Santa Ana y el homenaje a los abuelos y personas mayores; recordemos que Santa Ana era la madre de la Virgen María.
Ermita de la Veracruz
De estilo renacentista, la vistosa portada de entrada llama la atención y da prácticamente todo el valor artístico al edificio.
La portada está orientada al mediodía y se abre por un arco de medio punto perfectamente abovedado. La parte superior tiene aires de retablo en cuanto a la disposición de sus elementos. En el centro una escena de la pasión de Cristo, Cristo crucificado y a los lados relieves decorativos muy propios del renacimiento, copas y floreros. En una primera altura se adornan los laterales con dos ángeles y el conjunto queda limitado por pilastras estriadas. El interior es de una sola nave rectangular cubierta a dos aguas con teja árabe.
Las obras de la pequeña ermita concluyeron en 1573, fecha que figura grabada en la piedra de la portada. Fue sede de la cofradía más antigua que se tiene datada en Campo de Criptana, la Cofradía de la Veracruz (1568) que luego pasó a llamarse Cofradía del Santísimo Cristo de la Columna y el Descendimiento de Nuestro Señor tal y como procesiona en la Semana Santa criptanense en la actualidad.
Ermita Virgen de la Paz
Se encuentra en el Cerro de la Paz al pie de la Sierra de los Molinos y en pleno barrio del Albaicín. Un edificio que ha acogido diferentes vocaciones, San Cristóbal, considerado protector contra la peste y también a San Gregorio Nacianceno protector de las viñas.
Es de planta rectangular y de una sola nave cubierta por bóveda de cañón dividida en tramos que presentan lunetos y falsos ventanales. El presbiterio se cubre con una bóveda de arista donde se encuentra la imagen de la Virgen que se viste de fiesta todos los 24 de enero para celebrar su día.
Es la hermandad de la Virgen de la Paz quien trabaja para mantener la ermita en buenas condiciones y para organizar unas fiestas entrañables y cercanas.
Añadir que en torno a este enclave se originó el núcleo de población llamado El Campo que en el siglo XIV pasaría ya a llamarse Campo de Criptana al unirse las dos principales poblaciones que se encontraban en la zona tras la absorción de unas y la desaparición de otras.
Iglesia del Convento
Durante muchos años funcionó como iglesia parroquial tras la destrucción del templo principal durante la Guerra Civil y hasta la inauguración del nuevo en 1958. Resulta un monumento interesante sobre todo desde el aspecto arquitectónico.
El Convento, como se conoce en Campo de Criptana, es una pequeña iglesia que fue sede de la comunidad de Carmelitas Descalzos y está construido sobre lo que fue la antigua ermita de Santiago cedida por el Ayuntamiento en 1528. Los carmelitas estuvieron en Campo de Criptana desde 1598 hasta 1835 cuando apareció en la lista de bienes a desamortizar de Mendizábal.
El edificio vivió una importante reforma en el siglo XVIII posibilitada por el presbítero de la localidad Josehp Arias Jamones. Es a esas obras a las que debe el edificio gran parte de su aspecto actual. En 1940 se añade un campanario nuevo sobre el proyecto realizado por otro criptanense, Enrique Alarcón.
Es una edificación del siglo XVI, de estilo barroco, sigue el modelo de iglesia jesuística: tres naves y testero plana, y una nave central más ancha y alta que las laterales Mantiene planta y modelo de Iglesia Jesuita de tres naves con testero plano, la nave central es más ancha y mayor de altura que las laterales, dedicadas a capillas. Es sorprendente la variedad de soluciones arquitectónicas empleadas en sus bóvedas de cañón. El altar está presidido por una gran imagen de la Virgen del Carmen que procesiona todos los 16 de julio por las calles del barrio bajo la organización de la Hermandad de la Virgen mariner. Como curiosidad indicar que el Convento guarda un relicario de las Once mil Vírgenes de 1612 entregado por el arzobispo de Colonia a un capitán criptanense que formaba parte de los Tercios de Flandes y que donó a su pueblo bajo toda una serie de condiciones que quedan recogidas en un documento que se expone también en la iglesia.
El arquitecto de la última restauración realizada en 2006 fue el alcazareño Jesús Perucho quien desde un principio optó por respetar al máximo la esencia del Convento.
Casa-Palacio de los Condes de las Cabezuelas
Situada en la Plaza Mayor, es una de las casas más antiguas de Campo de Criptana, con una típica balconada de madera en la fachada. Es también conocida como simplemente Casa del Conde, o como Casa de los Baíllo, apellido de la familia, uno de cuyos miembros fue titulado Conde de las Cabezuelas a finales del siglo XVII. Desde entonces el título nobiliario “Condado de las Cabezas” ha pertenecido a los descendientes de la familia.
El Condado de las Cabezuelas es el título nobiliario que desde el siglo XVII ha pertenecido a los descendientes de la “Casa de Baíllo”, desde que el 25 de septiembre de 1690 lo concedió el rey de España Carlos II a Gregorio Baíllo de la Beldad y Cárdenas. Debido a los servicios prestados a la corona (reinando Felipe IV), el rey otorgó a la familia Baillo el título de "Condes de las Cabezuelas"
Es una mansión señorial construida a finales del siglo XVII por la familia de Gregorio Baillo. Se trata de un edificio de dos alturas y de planta irregular, construido sobre un solar de cerca de 1.800 m2. En torno al corral interior se articulan varios cuerpos, entre los que cabe destacar el oratorio y la sala de toneles de la bodega. En su monumental portada, que mira a la Plaza mayor, se encuentra el escudo nobiliario del Conde de las Cabezuelas.
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