Alhambra se encuentra en la comarca del Campo de Montiel, entre las cuencas de los ríos Azuer y Alto Guadiana sobre una pequeña meseta-testigo de bordes escarpados a 863 metros de altitud.
Los restos arqueológicos encontrados en sus alrededores indica que es uno de los pueblos más antiguos de la provincia de Ciudad Real. Aunque no se sabe con exactitud sobre los primeros pobladores de la villa, sí que se han encontrado ciertos útiles líticos que pone de manifiesto la presencia de grupos humanos, cazadores-recolectores y nómadas, ya durante el Paleolítico.
La situación estratégica del asentamiento que se desarrolló durante la época del bronce manchego probablemente fue causa de la expansión y prosperidad a lo largo de la Edad del Hierro, desarrollándose allí un oppida (poblado fortificado sobre un cerro) que siguió habitado durante la época romana.
Los restos de la Edad del Bronce e ibéricos que han llegado hasta nosotros se encuentran muy alterados, debido a la continuidad en el poblamiento del lugar y a la superposición de culturas.
En el cerro del Castillo de Alhambra se han encontrado restos de enterramientos y estructuras constructivas de la Edad del Bronce y del Hierro.
Existen escasos datos sobre los asentamientos líticos, del bronce, íberos y romanos que tuvieron lugar en esta zona como para saber de la importancia que adquirieron. Aunque no faltan leyendas, como la que cuenta que La Solana era llamada «El Cerro de los Dioses de Cristal» en tiempos de los oretanos, cuando un palacio de cristal, lleno a su vez de estrellas, ocupaba el lugar. Pero el origen constatable de esta villa hay que buscarlo en paralelo al auge de las órdenes militares cristianas que se repartieron y organización estas tierras tras su conquista, a comienzos del siglo XIII.
Hay vestigios que indican la posibilidad de que estuviese amurallada en la época Ibera, cuando ya debía de tratarse de un poblamiento relevante, por la importante Necrópolis Íbero-Romana, descubierta y excavada en parte posteriormente en 1984, en la que aparecieron los típicos monumentos funerarios de esculturas zoomorfas de animales y enterramientos en urna. No obstante, será con la civilización Romana cuando Alhambra entre en la historia de un modo que permita seguir con datos escritos las huellas de su evolución. Ptolomeo y Plinio el Viejo la citan en algunos de sus escritos, y parece que llegó a tener notable importancia en la comarca, por los tramos de calzadas que unían Alhambra con Emérita Augusta, Alhambra con Sagunto y Alhambra con Cástulo. Pasaba la Vía XXXI, que venía de Mérida, tras pasar por Sisapo en La Bienvenida (Almodóvar del Campo) y Puebla del Príncipe, que era una mansión romana, es decir, una parada oficial utilizada por el gobierno y comerciantes en sus viajes. También partía la Vía XXIX hacia Zaragoza, llamada entonces Caesaraugusta. De hecho, hace poco se encontró un miliario -una de las columnas que indicaban los kilómetros que quedaban hasta un destino- con la dirección para Laminium, que lleva el nombre de la vía, el de la persona que había hecho el tramo y el año. Algunos de estos tramos se pueden contemplar en sus alrededores, llegó a contar con numerosos servicios públicos como acueducto, colegio, templo, anfiteatro y circo, descubierto en la variante de la N-430. Su nombre era LAMINIUM.
La importancia de “Laminium” en la época romana viene determinada aparte de por su posición estratégica en lo alto del cerro por poseer un recurso muy atractivo para la capital, Roma, como es la excelente piedra de afilar utensilios y armas, encontrada en la cantera, que el historiador Romano Plinio el Viejo describe en la historia de las ciudades de la Hispania Romana.
Es en la decadencia del Imperio Romano cuando Alhambra es tomada por los visigodos, dejando como huella más importante la Necrópolis Visigoda, cuyas tumbas se encuentran excavadas en la roca.
Serán los musulmanes quienes le den el nombre actual, seguramente en referencia a su castillo, o al color de la tierra, ya que Alhambra puede significar “Castillo Rojo o Tierra Roja”. De hecho, el castillo se les debe a ellos, así como el plano de la población, de trazado árabe irregular, aunque condicionado también por la estructura geográfica en que se asienta.
Al menos desde los documentos escritos que se conservan, parece que el esplendor de Alhambra transcurrió en la Edad Media, especialmente desde su conquista cristiana y dominio por parte de la Orden Militar de Santiago. Fue el maestre de dicha Orden quien extendió los dominios de Alhambra hasta lo que hoy es casi su término municipal.
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