viernes, 3 de abril de 2020

DE PASEO POR EL MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE LA RÁBIDA

Es uno de los lugares colombinos y ligados a las tierras del descubrimiento más importante. El monasterio franciscano dio cobijo y refugio a Cristóbal Colón y su hijo, y sirvió de enlace clave entre el descubridor y los Reyes Católicos. Es el tercer Monumento Histórico-Artístico declarado en España por Real Orden de 23 de febrero de 1856, y el Primer Monumento Histórico de los Pueblos Hispánicos en 1949. El 28 de febrero de 1992 le fue otorgada por la Junta de Andalucía la Medalla de Oro de Andalucía. En la declaración de la IX Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y presidentes de Gobierno, en La Habana, se reconoció a la Rábida como lugar de encuentro de la Comunidad Iberoamericana de Naciones. Está en proceso de ser declarado Patrimonio de la Humanidad.


HISTORIA
El convento se alza en lo más alto de un "Cabezo" o alcor, la Peña de Saturno, enclavado enfrente de las desembocaduras de los ríos Tinto y Odiel y por tanto de la Punta del Sebo, en el término municipal de Palos de la Frontera, Huelva.
La Peña de Saturno fue elegida por los fenicios, que llamaron al lugar como Rus Baal, para edificar un altar al dios Dios Onus Baal (de ahí el nombre de Onuba a la ciudad de Huelva), conocido en otras civilizaciones como Hércules, donde se le realizaban ofrendas y sacrificios humanos. Así el nombre de La Rábida podría ser una derivación de su antigua denominación, los fenicios tenían a su dios Señor que se llamaba Adón, a su diosa o Señora llamada Baalad y Rabbad, así de ésta última vendría La Rábida, aunque esta es discutida por los expertos que no llegan a ponerse de acuerdo al respecto pues de aquel templo ya no queda ningún vestigio en la actualidad. En el siglo II, gobernando el emperador Trajano, los romanos también eligieron el sitio para el culto a Proserpina, una de las diosas relacionadas con la primavera y la fertilidad, Según se puede leer en el Códice de La Rábida, del siglo XVIII (1714). Proserpina era la diosa del infierno –lo cual entroncaría con los sacrificios humanos del lugar-, que era hija de Júpiter y Ceres, y la esposa de Plutón. Cuenta otra leyenda que en tiempos de Roma la zona padeció una terrible epidemia que hicieron más habituales los sacrificios en La Rábida. En el mismo códice se habla de cómo un rayo partió el altar de la diosa, que fue entendido como apocalíptico, refleja que también que en el año 159 hace iniciar el momento cristiano, con la presencia del sacerdote hispalense Ciriaco, quien consagró el templo a María.
Más adelante los musulmanes los que erigieron allí un morabito o fortaleza, destinado a monjes guerreros. Estos conventos son conocidos como Rábhidas o Rápitas y de ahí podría también derivar su nombre. Y allí se consagraron al culto y a la defensa de esa zona fronteriza y costera.
A partir del siglo XIII con la reconquista son los Templarios los que ocupan el lugar y crean la iglesia de Nuestra Sra. De los Milagros, donde permanecerían 21 años cuando lo entregaron a la orden de San Francisco y cuenta la leyenda que el propio Francisco de Asís acompañado de varios de sus discípulos es el que funda personalmente el monasterio. Otra teoría nos habla que se llegó allí en 1257 cuando se creó el Convento de los Pobres Caballeros de Cristo en virtud de una donación real y derecho de conquista. Su fundación como monasterio tuvo lugar en 1261, como queda constancia en una bula del Papa Benedicto XIII que permite a Fray Juan Rodríguez y sus compañeros establecerse como comunidad
Sin embargo, en la documentación que se ha conservado de la época no es hasta los primeros años de 1400 cuando se publica el acta fundacional aprobada en bula por el Papa del momento.
El Papa Eugenio IV otorga al Monasterio de la Rábida a mediados del siglo XV una Bula Papal de Indulgencias a todas las personas que ayudaran y dieran apoyo y refugio a los viajeros necesitados en aquel lugar. Desde siempre se ha estudiado que ese fue el motivo principal por el que Cristóbal Colón se dirigió a este monasterio tras tenerse que marchar de la corte Portuguesa.
Sin embargo, la presencia en el monasterio de Fray Antonio de Marchena y Fran Juan Pérez, que tenían relación directa con la Corte de los Reyes Católicos hace sospechar que la llegada de futuro almirante no fuera casual sino más bien un hecho medido y planificado.
Gracias al apoyo de los frailes del convento, Colón consiguió dos objetivos necesarios para su empresa descubridora, el primero y más importante: llegar a la corte y poder presentar su proyecto a los Reyes Católicos. Y segundo, también muy importante: Los monjes presentaron a Colón a Martín Alonso Pinzón. Navegante y comerciante de Palos de la Frontera de reconocida valía como marino y comerciante.
Martín Alonso Pinzón fue el primero en llegar a España tras el Descubrimiento, llegando a Bayona en Pontevedra, localidad hermanada con Palos de la Frontera. Desde allí gravemente enfermo llegó al Monasterio de La Rábida donde a los pocos días falleció y fue enterrado a los pies de la Virgen de los Milagros.
Incluso Hernán Cortes y Pizarro, después de conquistar el “Nuevo Mundo” se entrevistaron en el monasterio de la Rábida en el año 1528. Y sirvió de refugio espiritual a muchos monjes franciscanos que partieron hacia américa en labor evangelizadora.
Pasados muchos años, y tras la guerra de independencia española y las desamortizaciones, el monasterio perdió el “esplendor” de otras épocas y quedó en la más completa de las ruinas. No fue ya hasta mediados y finales del siglo XIX cuando a través de la diputación de Huelva se acometieron una serie de obras para que el monasterio recobrara el esplendor de otras épocas y fuera un elemento importante en la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América.
A comienzos del siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia Española, las tropas napoleónicas exclaustraron el monasterio y lo devastaron. En 1820, durante el Trienio Liberal, el convento fue exclaustrado, regresando los religiosos en 1823. Tras la desamortización, el 25 de julio de 1835, el monasterio quedó abandonado y deteriorado, llegando a estar a punto de desaparecer en siendo salvado el conjunto por el Gobernador Alonso. En 1920 se produce el regreso de una comunidad de franciscanos, ejecutando el Decreto de devolución a la Orden Franciscana, firmado por la regente María Cristina, el doce de Octubre de 1892, a propuesta del Cánovas.
En 1926 el convento fue testigo de la partida del Plus Ultra desde el muelle de la “Calzadilla” para convertirse en una de las primeras aeronaves que cruzó el atlántico con escalas.

DESCRIPCIÓN
Aunque en escritos antiguos se denomine " Monasterio ", su nomenclatura dentro de la Orden franciscana es de Convento y, en la Reforma, a la que pertenecía: " Eremitorio ". A la Historia ha pasado con el de Monasterio, con el que hoy se conoce. El estilo del edificio es gótico-mudéjar.
Frente a la puerta de entrada puede verse una cruz de hierro
y los bustos de los franciscanos fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena, ambos obra del escultor León Ortega.
Ocupa una superficie de tiene 2137 m² de extensión, tiene planta irregular y fachada encalada. Se divide en tres partes: la iglesia, el claustro de la hospedería o de las flores y el claustro de la comunidad. En este último, que corresponde al Mudéjar actual se aposentaba una comunidad de doce frailes, en memoria de los doce Apóstoles de Cristo. El primero, o de la Hospedería, servía para recibir, tanto a marineros en apuros, como a las gentes del contorno que se acogían dentro de sus muros a " derecho de Sagrado ", ante incursiones de piratas o sarracenos.
De la construcción original, conocida por Colón, queda en pie la puerta que sirve hoy de puerta reglar, (antigua entrada a la "Rábita" musulmana), el muro norte de la iglesia y la capilla donde hoy se venera la Imagen de Santa María de la Rábida de los Milagros y el Claustro Mudéjar bajo.





Claustro de la Hospedería o de las Flores
El Claustro de la Hospedería es el primer recinto que encontramos nada más entrar al monasterio. El claustro está repleto de macetas con flores y plantas, por lo que es apodado Claustro de las Flores. En el acceso hay cinco murales alegóricos del descubrimiento de América, obra de Manuel Vázquez Díaz, natural de Nerva. Los “Poemas del Descubrimiento” como así tituló su obra 1929, se trata de cinco paneles de frescos en colores pastel de estilo Realistas y Cubistas, distribuidas por paneles temáticos, con escenas relativas a la llegada de Colón a La Rábida y su relación con Fray Juan Pérez, su expedición a América, la marinería de Palos de la Frontera y de Moguer, la partida del puerto de Palos, las tres carabelas. Estas figuras cubistas recuerdan al también cubista Monumento a la Fe Descubridora (1929, Gertrude Vanderbilt Whitney). Misma temática y mismo estilo de pintura. 





En el perímetro pueden verse algunas celdas, que sorprenden por su escaso tamaño.

El Claustro franciscano y el Belén de América
El claustro franciscano es una de las pocas partes que se conservan del primer monasterio del siglo XV, de estilo mudéjar sigue el modelo de San Isidoro y Guadalupe. Aún conserva parte de los frescos mudéjares originales. Destacan los cuadros del pintor palmerino Juan Manuel Núñez, que bajo un estilo gótico, ocupan la galería del patio central.



En los laterales están la Sala de Conferencias, apodada el “Belén de América”, pues según cuenta la tradición, en ella tuvieron sus encuentros Cristóbal Colón y fray Juan Pérez.

y el Refectorio, sala cuadrangular con un púlpito encalado, un crucificado de estilo románico, de finales del siglo XIII, y lienzos de diferentes épocas.

La Iglesia del monasterio de La Rábida
La iglesia del monasterio es gótica, aunque conserva algunas partes mudéjares. Consta de una nave principal y varias capillas laterales decoradas con friso de azulejería sevillana, y varios frescos originales en sus muros de finales del siglo XV. 
 
En el Altar Mayor se encuentran los restos de Martín Alonso Pinzón, fallecido recién llegado de las Américas. El altar lo preside un Cristo que sustituye al destruido durante altercados en la guerra civil española


Capillas

De las capillas destaca la Capilla de Santa María de la Rábida o de Nuestra Señora de los Milagros, ubicada en una de las torres de defensa musulmana, incorporada al templo mediante un arco rebajado en el siglo XIX. La imagen de la Virgen es una escultura de alabastro de pequeño tamaño (unos 54 cm), fechada en el siglo XIV. Es una muestra del gótico francés, concretamente del manierista y elegante estilo normando, que imprime en la figura una singular curvatura, de manera que cambia de aspecto según se varíe la perspectiva desde donde se contemple.

Según una leyenda sin base histórica, esta imagen fue traída en uno de sus viajes por un marinero de Palos de la Frontera y después, a la llegada de los árabes, fue ocultada en el fondo de la ría de Huelva. Más tarde la rescataron con sus redes unos pescadores y la devolvieron a la iglesia del monasterio
La Virgen es patrona de Palos de la Frontera y del monasterio. Ante esta imagen Cristóbal Colón rezó momentos antes de iniciar su particular cruzada, siendo la entrada a esta capilla uno de los elementos más antiguos de toda la iglesia. La imagen de la Virgen fue coronada canónicamente por el papa Juan Pablo II el 14 de junio de 1993, siendo los padrinos de la coronación los reyes de España, Juan Carlos I y Sofía, representados por su hija la infanta Cristina. Es la única imagen de la Virgen coronada por este papa en España. Asimismo, recibió el título de alcaldesa perpetua de la ciudad.
También destaca el artesonado mudéjar policromado de singular belleza, los frescos originales y unos cuadros del pintor Juan de Dios Fernández del siglo XVIII, y reconstruido en el siglo XIX.
Otros elementos interesantes es una talla del Crucificado, obra del escultor ayamontino León Ortega, junto a la puerta a la sacristía, es de estilo gótico, del siglo XV.
La puerta de acceso lateral hacia el claustro del monasterio de claras influencias almohades también presenta una singular belleza.
La planta superior tiene dos accesos. El primero de ellos se hace a través de una pequeña escalera que recrea la antigua vida de los franciscanos y conserva la esencia del patrimonio, mientras que el segundo de ellos es una escalera amplia en la que el acceso se realiza de forma menos complicada. En la subida a la segunda planta nos encantan las pequeñas ilustraciones de antiguos mapas. Pero el que de verdad tiene valor es el de Juan de la Cosa, su primer mapa del mundo americano.
A la izquierda el mapa de Juan de la Cosa
En la planta alta destaca la Sala Capitular, también conocida como ‘Celda del padre Marchena’, reconstruida en el siglo XVII, es una de las celdas de mayor tamaño y donde tuvieron lugar muchas de las reuniones de los Frailes con Colón y los Pinzones y en 1992 fue usada como sede del consejo de ministros presidido por el Rey Juan Carlos I durante los actos de celebración del Quinto Centenario. Destaca un notable artesonado (siglo XVIII). La sala está decorada con varias obras de arte referente a personajes históricos del descubrimiento



Otras estancias están destinadas a museo, con elementos relacionados con el Descubrimiento y la Hispanidad, destacando la galería que cuenta con numerosos cuadros y tres pequeñas réplicas de las Carabelas 




En la sala de “las Banderas” se encuentran las banderas de todos los países iberoamericanos y un puñado de tierra de cada uno de ellos conservado en sendos cofres.

En los jardines del monasterio encontremos un monumento dedicado a Cristóbal Colón que fue inaugurado con motivo de la celebración del 500 aniversario de su fallecimiento.
la Columna de los Descubridores, que se levantó para conmemorar el IV Centenario, obra del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco. Se trata de una columna toscana de 46 metros erigida sobre un pedestal de cinco metros en un montículo artificial. Es de piedra blanca y está tallada con figuras y escenas relacionada con el descubrimiento y la colonización de América.
 
LEYENDA
En el promontorio sobre el que hoy se yergue el cenobio, junto a la roca que señalaba la confluencia de los ríos Tinto (asimilado al río Piriflegetonte) y Odiel (el Cocito), donde, según los viajeros de la Antigüedad, se encontraba uno de los pasajes subterráneos que comunicaba con el Infierno.
Adolf Schulten, el arqueólogo que buscó sin éxito el reino de Tartessos en la zona sureste de Huelva, sin embargo, creyó haber identificado el lugar en el que se localizaba la tenebrosa puerta del Hades. Los antiguos situaban en el paraje de La Rábida una de las entradas al mundo del Más Allá. Avieno, uno de los grandes viajeros de la Antigüedad, situaba en este paraje una cueva; un antro junto a una roca que señalaba el lugar donde dos ríos al desembocar formaban una laguna.


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