El raku-yaki (楽焼) es una técnica tradicional oriental de elaboración de cerámica utilitaria. Se cree que es originaria de Corea, sin embargo es en Japón donde ha florecido y encantado a todos los que tienen contacto con ella. Desde finales del siglo XVI el rakú atrajo a los maestros del té, influidos por la filosofía budista Zen, quienes sintieron un placer singular en este retorno consciente al directo y primitivo tratamiento de la arcilla. Durante la ceremonia del té los participantes bebían la infusión en vasijas fabricadas por ellos mismos.El raku significa tranquilidad, "diversión" o "felicidad", "deleite, comodidad, placer contemplativo".
Según el
ceramista inglés Bernard Leach, que introdujo
la técnica en Europa, su origen se remonta al sello de oro que ofreció Taiko en 1598 a
Chojiro, hijo de Ameya, inmigrante coreano que se instaló en Kyoto en 1525. Sin
embargo, la mayoría de los autores mencionan el sello y el nombre de Rakú como
un ofrecimiento de Hideyoshi a Jokei (el segundo maestro del Rakú), que
utilizaron él y sus sucesores”.
El término "Raku" proviene de
"JURAKUDAI", nombre de un palacio construido por Hideyoshi (1537 -
1598). Chojiro lo adoptó para las piezas de cerámica hechas exclusivamente para
este palacio. Desde entonces la familia descendiente de Chojiro se denomina
"Familia Raku", que hoy está representada por su decimoquinta
generación. Desde los comienzos de esta familia el primogénito es investido con
todos los atributos que caracterizan una línea sucesoria de cientos de años,
que otorga a sus piezas un carácter aristocrático dentro de la cerámica
japonesa, ya que se consideran parte del Tesoro Nacional y tienen un valor
incalculable. La palabra "Raku"
En los años sesenta, Paul Soldner las difundió en EE.
UU y fue él quiendescubrió los efectos de la reducción post cocción que se
utiliza actualmente en todo el mundo
PROCESO
Se usa arcilla roja común y/o arcilla para loza, a las que se
les añadirá entre un 25 y un 30% de chamota o arena. Las piezas, una vez
modeladas, texturadas y secas, se bizcochan (primera horneada) a 1000 ºC en un
horno cerámico durante 9 horas aproximadamente. Una vez bizcochadas, se les
coloca esmaltes y óxidos metálicos
La gran diferencia
del Raku con la tradicional cerámica radica en su proceso. Mientras que en el
horneado tradicional las piezas son cocidas a más de 1000 ºC (según el punto de
fundición de los esmaltes) por un lapso de 8 a 24 horas, y posteriormente son
dejadas enfriar dentro del mismo horno por unas 12 horas más; en Raku se
utiliza un horno especial en el que se puede subir la temperatura de 0 a 1000
ºC en poco tiempo, y que además permite que lo destapen para que las piezas
sean sacadas al rojo vivo, sin dejarlas enfriar antes. Se hornean entre
900 y 1000ºC, la
temperatura exacta depende del tipo de esmalte utilizado durante unos 30
minutos
En la versión
japonesa original del Raku, las piezas incandescentes que fueron expuestas
a una atmósfera sin oxígeno dentro del horno, tras unos segundos al aire libre
son sumergidas en agua fría, para fijar los esmaltes.
Paul Soldner agregó un
nuevo paso al proceso, antes de sumergir la pieza en agua. Su idea fue aumentar
la atmósfera reductora alrededor de la cerámica incandescente, pasándola, con
la ayuda de pinzas de hierro, a un recipiente lleno de serrín, cartón o papel,
queal entrar en contacto se incendia produciéndose una enorme cantidad de humo
que penetra en la pieza y parte de ella.
Esto hace que el oxígeno del medio se consuma hasta agotarse, y que
eventualmente también se consuma el oxígeno de los óxidos metálicos presentes
en los esmaltes de la pieza, aumentando los característicos tonos iridiscentes
y craquelados del Raku. Después del proceso de ahumado, se baja la
temperatura bruscamente al introducir la pieza en agua permitiendo fijar
el proceso químico anterior. El tiempo que se deja en agua depende del tamaño
de la pieza.
Debido a las tensiones internas al colocarlo al calor,
o al cambiar de temperatura, es fácil que se rompa alguna pieza, por ello el
ceramista de Rakúla recoge con cuidado y repara la pieza hasta ponerla en
condición de utilizarse con sus cicatrices a la vista. Los alfareros antiguos
del Japón resaltaban estas cicatrices al soldar con metales preciosos la pieza
y en muchos casos le daban más valor a una obra así obtenida.
Las fotos están tomadas en la fiesta de la cerámica de Manises de 2014
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