Se encuentra situada a poco mas de 2 km al noreste de Ayera, se encuentra en el término de Santa Eulalia la Mayor, en medio de un bosque de encinas al pie de la ladera de Santa Eulalia la Mayor.
El conjunto fue dado a conocer por Manuel Benito Moliner, un etnólogo, escritor y divulgador de la cultura e historia de Aragón, quien lo describió como la catedral de la fecundidad. Interpreta estos conjuntos como lugares construidos alrededor de los siglos IX y X por canteros musulmanes. Desde su perspectiva se trata de monumentos dedicados a ritos de fecundación.
El yacimiento está formado por tres unidades bien diferenciadas. En primer lugar, una singular forma vertical, tallada en la roca madre. La segunda unidad es una estancia en forma de corredor. La tercera, continuando la alineación con las anteriores, una gran roca con numerosas cillas de almacenaje.
El elemento más importante de todo el conjunto es una piedra sola que reproduce un gran falo de 4 m. Y cuando la miramos por su lado oeste podemos ver que la piedra está atravesada de arriba abajo por una grieta que simula ser una vulva. Esto tiene coherencia puesto que la fertilidad surge cuando se une lo masculino y lo femenino.
Detrás de un roquedo situado a la izquierda de la piedra fálica podemos observar unos mechinales, que posiblemente hayan sido picados con la finalidad de apoyar troncos y así adaptar un refugio para personas o para caballerías.
Junto a la piedra fálica tenemos otra mole pétrea en la que hay una pequeña cavidad excavada en la piedra, en la que según la leyenda se situaban las mujeres que querían quedarse embarazadas o que querían contagiarse del poder fertilizador de la tierra. La posición en la que las mujeres debían colocarse es en cuclillas. Además, el espacio de la cavidad es justo para mantener esa posición, sobre todo porque es así cómo la vulva queda enfocada hacia la tierra, contagiándonos del poder fertilizador tanto de la roca como del interior de la tierra. A los lados del hueco donde se incovaba, hay dos salientes que según Manuel Benito nos sugiere la posibilidad de que esta pequeñita cámara o hueco estuviera cubierto por algún tipo de estructura.
En el mismo conjunto de la cavidad donde se incovaba tenemos una estructura que nos sugiere que había aquí bastante actividad humana. Se aprecia la forma de pozo aljibe de forma cilíndrica, que se puede identificar fácilmente porque está en buen estado de conservación. Evidentemente habría alguna estructura para contener el agua y poder disponer de ella de una manera fácil. Junto al muro también podemos ver una cía en el suelo y restos de otra más en la pared, una especie de almacenes en los que se conservaban las semillas destinadas a ser sembradas en el siguiente ciclo agrícola. Al pie de la pared norte de este espacio encontramos dos pequeñas hornacinas justo a ras de suelo.
En la gran mole de piedra más occidental al que se accede a través de unos escalones tallados en la roca a cuyos lados se observan algunas cavidades circulares, se llega a un conjunto de cías o cillas que se utilizaban para almacenar el grano.
Esta plataforma tiene una longitud de unos 30 m y una anchura media de 10 m. Este cillero no formó parte de ningún castro ni hábitat, pues estarían documentados. Todo ello hace suponer que hasta allí se llevaran anualmente las semillas destinadas para la sembradura con el fin de que tomaran de la piedra el poder fecundante.
Esta mole rocosa está plagada de cías. A las aberturas se puede acceder desde arriba, destaca que están intercomunicadas entre sí. Hay pequeños túneles excavados que unen unas cías con otras. Era un lugar de almacenamiento de semillas pero también tendría su función ritual. Al final del roquedo están las cías de mayor tamaño y abajo del roquedo podemos contemplar los restos desprendidos de la cara exterior de estas cías.
grabado de origen y significado desconocido |
En una de las extremidades hay una gran oquedad conocida como el “Balcón de la Reina”.
Los tres grandes cuerpos de este conjunto pétreo (la piedra fálica, el gran bloque con la cavidad de incovar y el conjunto de las cías o silos para grano) están alineados de tal forma que su orientación hacia el este permite observar un interesante fenómeno solar en los equinoccios de primavera y de otoño. Al amanecer de esos dos días del año los rayos de sol inciden sobre la piedra fálica proyectándose su sombra sobre los otros dos conjuntos líticos. La cavidad de incovar está orientada al noreste de modo que los primeros rayos de sol pasan rozando la piedra fálica y se proyectan en su interior.
Leyenda
Dice la leyenda que un rey moro vivía en Santa Eulalia y que tenía a su hija encerrada en la torre. El padre quería que la hija se casara con un hombre que él había elegido y la hija no quería. Para presionarla la encerró en la torre. La hija del rey moro, harta de padecer tanto encierro, y decidida a no aceptar la decisión de su padre escapó de aquella torre y lo hizo dando un gran salto, viniendo a caer aquí, a la Piedra de los Moros. Su salto quedó grabado en las rocas dejando dos huellas y, además, dejó su poder fecundante impregnado en estas rocas.
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