TEATRO MUNICIPAL
A mediados del siglo XIX comenzó a plantearse la necesidad de contar con un teatro municipal en Almagro. Las razones aportadas en la Memoria enviada en 1860 al Ministro de la Gobernación para que autorizase su construcción, por iniciativa del Ayuntamiento y de un grupo de vecinos, argumentaban su necesidad en base a las nuevas demandas sociales y culturales de la población “(…) tan útil para hacer comprender a la juventud la senda de las virtudes desviándola de las costumbres corruptoras, como preciso en la época de desarrollo general de importantes mejoras que conducen al embellecimiento y grandeza de la localidad (…)”.
Almagro no hacía sino seguir la tendencia iniciada en la Corte madrileña, que reclamaba el embellecimiento de la ciudad como signo de modernidad en un tiempo en que la burguesía decimonónica reclamaba una imagen de ciudad más europeísta y despegada de las tradiciones locales.
El arquitecto encargado del proyecto fue Cirilo Vara y Soria, que eligió el estilo neo-grecorromano para adaptarse mejor a la función del edificio. El teatro se ubicó en la calle San Agustín, en un solar antes ocupado por un conjunto de viviendas en ruina. Según opinión del arquitecto la falta de terreno era un inconveniente, pues no había sitio para una plaza, como en otros teatros, para el desahogo de espectadores y carruajes, y evitar ruidos que puedan escucharse desde fuera, pero se ajustó al terreno que disponía.
El nuevo teatro tenía capacidad para unas 800 localidades, tiene planta elíptica y tres plantas. Alrededor de desarrollan una serie de palcos y al fondo, el escenario, separado del patio de butacas por un foso para la orquesta, compuesta por 12 músicos. La planta baja tenía entradas independientes para el público, actores y empleados, y desde su vestíbulo se daba acceso al patio de butacas, de forma de elíptica. En la primera planta encontramos un salón de descanso y un pasillo que da acceso a sus once palcos, mientras que la segunda planta quedó reducida a la galería en torno al patio de butacas, disponiéndose asientos en la gradería que termina por ocupar la superficie del pasillo. La decoración es de tipo greco-romano, a base de guirnaldas en los palcos. Destaca sobre todo la techumbre, con frescos imitando cenefas.
El círculo central se divide para albergar los bustos de cuatro escritores de la época, alternados con musas inspiradoras
La forma elíptica fue elegida por razones de acústica, reflejando así un sonido uniforme, además de por un mejor aprovechamiento espacial.
La decoración interior responde según su autor al estilo grecorromano con variaciones conforme a las proporciones. La fachada fue proyectada según el estilo neoclasicista descontextualizado, siguiendo la tendencia dominante de la época para edificaciones públicas e institucionales, de carácter conservador y el preferido por la clase burguesa dominante, se compone de un cuerpo central y dos espacios laterales, con hornacinas para albergar esculturas.
El teatro tuvo una actividad teatral ininterrumpida hasta que en los años 50 del pasado siglo comenzó a utilizarse como sala de proyecciones cinematográficas. Hacia finales de los años 70, el edificio, en manifiesto deterioro, se cerró por su estado ruinoso. El teatro fue restaurado en 1989 según proyecto del arquitecto D. Miguel Fisac, abriéndose de nuevo al público para el desarrollo de múltiples actividades, sobre todo teatrales. Su constante utilización hizo necesaria una nueva restauración en el año 2006.
MIRADOR DEL SILO
La Red Nacional de Silos empezó a plantearse en 1944 y sus primeras unidades se situaron estratégicamente teniendo en cuenta los nudos de comunicaciones y las líneas de ferrocarril.
Tenían como objetivos principales posibilitar la compra de toda la cosecha de trigo a los agricultores, establecer una reserva nacional para garantizar el consumo, permitir la recepción en los puertos del trigo de importación y facilitar también la exportación, y asegurar una adecuada manipulación del grano y la selección y el tratamiento de las semillas.
Entre 1945 y 1986 se construyeron 663 silos y 275 graneros con una capacidad total de 2.684.947 toneladas.
Durante todo este período, hasta 1984, el sector del trigo funcionaba en régimen de monopolio estatal, y los otros cereales se encontraban sometidos igualmente a precios de intervención que garantizaban su compra por el Estado a dicho nivel. La finalización del régimen de monopolio del trigo primero, y la posterior entrada de España en la Unión Europea en 1986, provocan una intervención más limitada y se produce una significativa reducción de la utilización de los silos.
El silo de Almagro se puso en funcionamiento en el año 1968 y de todos los edificios levantados en Almagro durante el S. XX es el que tiene un impacto visual más rotundo sin duda alguna, al mismo nivel que las grandes iglesias que se distribuyen por toda la localidad y muy por encima del resto de construcciones.
Pero además de por su formidable contundencia material, la mole del silo es destacable también porque representa y comunica ciertos valores simbólicos indudablemente representativos de la época histórica en que se erigió. Estos valores tienen que ver con la economía, con el intervencionismo estatal en los mercados, no solo en el del trigo, con la política, el totalitarismo y la falta de libertades; incluso con la más elemental de comprar y vender.
Por estas razones y por otras meramente técnicas, el silo es un edificio muy poco versátil, condenado a quedar sin uso cuando acabó la época a la que simboliza y que le dio sentido; de modo que desde que quedó en desuso a finales de la década de los años 70 del pasado siglo, ha permanecido durante 40 años semiabandonado y padeciendo los estragos del tiempo.
En 2017, el Ayuntamiento de Almagro se planteó qué hacer con él, cómo adaptarlo a los nuevos tiempos de manera que fuese útil a los ciudadanos y sin llevar a cabo intervenciones que lo desfiguraran, puesto que para bien o para mal, ha llegado a formar parte del paisaje local. En ese año se llevó a cabo la adaptación del edificio anejo como espacio cultural polivalente, las pinturas de Antonio Laguna que cubren las cuatro fachadas de la torre y su iluminación.
En el año 2020 se da un nuevo paso en la rehabilitación del silo de Almagro con el acceso a la terraza, ofreciendo así la posibilidad de disfrutar de una vista maravillosa y única de nuestra ciudad.
CONVENTO DE LA ASUNCIÓN DE CALATRAVA
La construcción del monasterio de las monjas calatravas, tras numerosas gestiones, fue ratificada en 1524, aunque la magnitud del proyecto ocasionó su paralización durante años al agotarse los fondos, hasta que, en 1543, Gutierre de Padilla hizo entrega de una cantidad importante con la condición de que su construcción finalizase en un año.
Estuvo habitado por monjas calatravas hasta 1815, fecha a partir de la cual son trasladadas, pasando el convento a ser ocupado por frailes hasta 1836, año en que se suprimen las órdenes religiosas con el proceso desamortizador y sus bienes pasan al Estado. En 1851 fue declarado Monumento Histórico.
El proporcionado trazado del claustro, uno de los más bellos y menos conocidos del Renacimiento español, es de planta cuadrangular. Aparece conformado por dos galerías con sesenta columnas clásicas, con basas y capiteles de piedra arenisca y los fustes de mármol de Macael. La elección de órdenes jónico en la planta baja y toscano en la superior tiene relación con el conocimiento de la obra de Serlio Las reglas generales de arquitectura, basado en la de Vitruvio. La proporcionalidad de elementos arquitectónicos de este claustro evidencia la correcta preparación teórica del autor del proyecto.
Estilísticamente guarda gran similitud con el hospital toledano de Tavera, lo cual plantea interrogantes referentes a su ejecución, la autoría y cronología. Se cree que su autor sea Enrique Egas El Mozo, discípulo de Francisco de Luna, maestro mayor del monasterio conquense de Uclés y vecino en estas fechas de Villanueva de los Infantes, evidenciado porque en la segunda mitad del siglo se están realizando los de Tavera y Albacete, con los que guarda bastante paralelismo. En cuanto a la cronología está documentado que en 1534 el claustro estaba en plena ejecución.
La peculiaridad de este claustro está, además, tanto en sus programas decorativos como en la magnífica ejecución de sus tallas que merecerían un detallado análisis iconográfico. En torno a las distintas galerías se ubican siete puertas y tres ventanas en la parte baja y dos portadas en la alta, donde se desarrolla profusa decoración plateresca que el Mozo habría asimilado de círculos toledanos, con motivos idénticos a los utilizados por Covarrubias en algunas de sus realizaciones (guirnaldas, frutos, camafeos, etc.).
Destaca dentro del conjunto la escalera principal, que responde al modelo español claustral del quinientos, de tres tramos y balaustrada de traza flamígera.
ANTIGUA UNIVERSIDAD Y CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
La fundación de este edificio renacentista en la primera mitad del siglo XVI, se debe a uno de los personajes más influyentes e importantes de nuestro siglo XVI, el clavero de la Orden de Calatrava Frey Fernando Fernández de Córdova y Mendoza, Presidente del Consejo de las Órdenes, que se nos revela como un gran humanista y uno de los grandes mecenas de la primera mitad del siglo XVI.
Se puede considerar como la obra cumbre del Barroco Triunfante en la provincia de Ciudad Real.
Fue fundado por la familia Figueroa, de la que doña María, como última heredera, quiso cumplir la voluntad testamentaria de sus hermanos de fundar un convento de monjes agustinos recoletos, fundación que pasó por múltiples problemas al interponerse los intereses de los jesuitas que deseaban impedir a toda costa la fundación.
El convento, del que solo se mantiene la iglesia, tuvo una dilatada construcción, concluyéndose las obras en la primera mitad del siglo XVIII.
Uno de los elementos más importantes de la iglesia es la decoración pictórica mural que la cubre por completo y cuya temática se centra en la exaltación de San Agustín, la Eucaristía y la Virgen.
PALACIO DE MEDRANO
El palacio de Medrano es un edificio de tres plantas, distribuido en torno a un patio central y realizado en mampostería, que fue construido a finales del siglo XVI por Jerónimo de Ávila y Catalina de Sanabria; la fachada está rematada por dos torreones situados en las esquinas, como símbolo del poder de los Ávila. El edificio, que perteneció a la familia de los Medrano hasta finales del S. XIX, sufrió graves transformaciones en la década de 1860, al ser adaptado como casino municipal y oficina de telégrafos, desapareciendo los elementos arquitectónico-decorativos que lo definían, pertenecientes al estilo renacentista. En uno de los torreones aún se conservan unos artesonados de grandes vigas y zapatas de madera ricamente labradas con los escudos de los propietarios. Hoy alberga usos administrativos y de servicios públicos, y es además la sede del Ateneo de Almagro.
CONVENTO DE SANTA CATALINA (PARADOR DE TURISMO)
Fue fundado por D. Jerónimo de Ávila y de la Cueva, bajo la advocación de Santa Catalina mártir y virgen, en memoria de su difunta esposa Dª Catalina de Sanabria. La licencia real preceptiva para este tipo de fundaciones fue otorgada definitivamente el 3 de abril de 1596 y la orden encargada de su gestión fue la de San Francisco.
El sitio elegido inicialmente para la fundación fue el espacio que entonces ocupaban unas casas “que dizen de Tarazaga e los dos quiñones adjuntos en el egido de la Magdalena", mudándose posteriormente al actual emplazamiento; Se compraron los terrenos necesarios por un total de setecientos ducados y sesenta y dos mil quinientos maravedís.
En tanto se llevaban a cabo las obras, el convento se fundó en la ermita de Santa Ana en mayo de 1597, donde fue instaurado el santísimo y trasladado un mes más tarde a la casa de la Clavería, situada en la calle del mismo nombre, por ser casa idónea y suficiente para la Comunidad y para los dichos frailes y convento.
Para la conclusión de las obras se estipularon tres años a contar desde el día de San Juan de 1603, dándose un periodo de prórroga de tres meses, aunque evidentemente la obra sobrepasó los plazos previstos, inaugurándose el convento el 19 de diciembre de 1612, catorce años después.
Este convento, atribuido a Nicolás Vergara el Mozo, aunque es del XVII, se trata de un claro ejemplo de arquitectura conventual renacentista de la Escuela de Toledo, tan sencillo como marcan los cánones de la orden franciscana. Construido en ladrillo, tapial, piedra y madera y rematado con alicatados de traza mudéjar, en su origen fue un pequeño convento rodeado de un gran huerto. Su primitivo trazado eran la iglesia y dos naves de dos plantas en forma de L que cerraban, con la sacristía, el pequeño claustro. El convento sufrió dos ampliaciones en los siglos XVIII y XIX cuando se construyeron nuevas naves idénticas a las primeras y adosaron nuevas capillas a la iglesia, éstas ya claramente barrocas.
A la muerte de D. Jerónimo en 1623 sus restos, junto con los de su esposa Dª Catalina, enterrada en San Bartolomé, fueron depositados en la cripta situada bajo el altar mayor de este convento franciscano.
Los franciscanos permanecieron en este convento un total de trescientos veinticuatro años, hasta el año 1821, en que fue suprimido; la iglesia pasó al obispado y el edificio conventual al ayuntamiento en 1850 para la creación de un hospital de caridad.
En el año 1877 regresan nuevamente los franciscanos a su antiguo convento, trasladándose el hospital y casa de caridad al edificio que actualmente ocupa la mancomunidad del Campo de Calatrava, en la calle de San Francisco esquina con la calle Pablo Molina. La orden abandonará definitivamente el convento en el año 1942 por el escaso número de frailes que habitaban el convento.
A finales del año 1969, se cede este Convento de Santa Catalina al Estado con el fin de que este construya en él un Parador Nacional de Turismo, según un proyecto encargado a Juan Palazuelo Peña y Ramón Melgarejo Rueda, que fue inaugurado por la entonces Reina Dª Sofía el 26 de septiembre de 1979.
IGLESIA DE SAN BLAS
Es del S. XVI. En este lugar existía una pequeña ermita dedicada a San Salvador. Cuando se instalan en Almagro los Fúcares, al serles arrendados los Maestrazgos de las Órdenes Militares y la explotación de las minas de mercurio de Almadén por Carlos V, como pago a sus servicios bancarios, comenzando por estas fechas su mecenazgo. Jacobo decide reconstruirla para dar gracias a Dios por los bienes recibidos.
Se plantea como un espacio cuadrado, rematado por un ábside poligonal. La cubierta es a base de tramos de terceletes.
Posteriormente, los nietos de Jacobo aumentaron un tramo más a los pies. Al exterior está totalmente rodeada de contrafuertes y construida en mampostería, reforzándose con sillares en las esquinas.
A los pies se sitúa la torre, de planta cuadrada. Posee una portada principal plateresca formada por la puerta de arco de medio punto flanqueada por jambas rehundidas.
En las enjutas aparecen volutas en forma de S y delfines. Sobre este conjunto encontramos una hornacina donde estuvo situada la imagen de San Salvador y coronada por una venera.
Sobre todo esto se remata con una ventana de arco de medio punto. Posee otra portada a los pies, con una arquitectura fría y sin decoración apenas. Lo único que destaca es el escudo de la familia.
La antigua ermita del Salvador, nombre que mantiene hasta el siglo XVIII ya que en la actualidad se conoce como ermita de San Blas. La inscripción latina de la placa fundacional situada encima del dintel de la puerta dice lo siguiente:
“Al salvador máximo, cuanto hay y también lo que es de esperar, fuera y dentro de esta capilla, Jacobo Függer y los hijos de sus hermanos dedican como testimonio de piedad y religión. Yo doy, dono y dedico”.
OTRAS ENTRADAS:
ALMAGRO (I): https://bichosymasvlc.blogspot.com/2025/04/almagro-i.html
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