viernes, 6 de marzo de 2015

SALTO DE LA NOVIA Y CASCADA DEL TIO JUAN, NAVAJAS



Se trata de un manto tobáceo de 800 m de recorrido y 3000 m de frente en el margen derecho del río Palancia. Éste se alimenta del drenaje del acuífero jurásico de la Sierra de Saya y forma una plataforma sobreelevada (+35-50m) sobre el Palancia. Cae en cascada a su cañón y desplaza lateralmente su cauce. En el borde de esta plataforma aún permanecen activas numerosas cascadas con facies de musgos y de típicas morfologías de cortinajes colgantes  pétreos.

Entre las cascadas destacán:
la espectacular Cascada del Brazal con una caída de 60 metros, que da nombre al paraje 
la Cascada del tío Juan, nombre dedicado a Juan Torres exalcalde del municipio


Asociada a la cascada del brazal o salto de la novia se cuenta la siguiente leyenda:
“Cuentan que hace muchos años, había una costumbre local por la que los novios que iban a contraer matrimonio, tenían que someterse a una curiosa ceremonia para demostrar ante todos que se querían de verdad, y asegurarse la felicidad y fertilidad del matrimonio, si superaban la prueba. Poco antes de la boda, acompañados de familiares y amigos, iban al paraje ubicado bajo la Cascada del Brazal, y en ese lugar, en donde más se estrechaba el río, por allí por donde la piedra ofrece su color plomizo bajo las estrellas, la novia tendría que cruzar de un salto a la orilla opuesta, ante la atenta mirada de los allí presentes. Si lo conseguía sin percance, se le auguraba a la pareja una gran dicha en el futuro matrimonio, y se demostraría que la joven quería fielmente a su novio; más si no lograba el salto, el matrimonio se consideraba irrealizable o desgraciado, de forma que convencidos de ello, los novios rompían su compromiso y su relación.
Cierto día, dos jóvenes novios bajaron radiantes de alegría a demostrar ante todos, que se amaban. Sabían la presión a la que estaban sometidos al ser observados por tanta gente, pero estaban dispuestos a demostrar que aquella absurda tradición, no era más que una tontería que poco iba a mermarles el amor que sentían el uno por el otro. Pero tampoco estaban dispuestos a que sus vecinos, con los cuales tenían una gran relación, se les echaran encima por negarse a realizar una, en principio, inofensiva prueba que desde tiempos remotos se venía realizando entre las parejas de navajeros.
Como cada vez, la gente esperaba el salto con impaciencia. Pero aquel día, el comentario general se centraba en lo revuelto que bajaba el Palancia y en el ruido ensordecedor del agua al entrechocar con las rocas, aunque confiaban en el destino, pues daban por seguro que la fuerza del amor de aquella joven sería más fuerte que la del embravecido río. También los dos enamorados pensaban y murmuraban lo mismo, pero aquella mujer con cara de niña, cabellos dorados y ojos de color miel, no estaba dispuesta a que el río le arrebatara su más preciado tesoro, aquel joven de tez morena y ojos verdes, por el cual sentía una pura pasión. Así que, aunque nerviosa, se separó de su amado y se dispuso a saltar. Cogió carrerilla y controlaba el momento de tomar impulso, pero cuando llegó el salto, perdió pié y… la fatalidad quiso que cayera al agua y fuera rápidamente arrastrada hacia un remolino que la escondía y la mostraba a su capricho.
El joven, desesperado y en un prueba suprema de amor, se arrojó inmediatamente al río para tratar de rescatarla de la potente corriente que la llevaba a una muerte segura, pero por más esfuerzos que hizo en su desesperado intento, el agua los sumergió a ambos. Sus jóvenes cuerpos, inertes y entrelazados, aparecieron río abajo, donde el agua culmina su remanso, enviando lágrimas entre las piedras.
Aquella terrorífica tragedia, hizo reflexionar sobre la validez de la, ahora fatídica, tradición, y coincidiendo los vecinos en que aquello podría traer más desgracias que alegrías, se dinamitó el paso estrecho para que en el futuro, a nadie se le ocurriese saltar de nuevo.
Se cuenta que aun hoy, en las noches de luna llena, cuando los luceros danzan en el firmamento, se escuchan por el valle los lamentos y las promesas de los enamorados que murieron por demostrar a los demás lo que ellos bien sabían. Desde entonces la Cascada del Brazal llora su perdida, y el río se convierte en el manto blanco y puro de la novia, que acoge tiernamente a su amante, convertido en piedra”.
SALTO DE LA NOVIA:
 
 
 
 
 
 
 

desde la cascada del tio Juan
 
 
 
 CASCADA DEL TIO JUAN:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


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