La antigua “Canicas”, primera capital del Reino Astur. Cangas de Onís fue la capital del Reino de Asturias, hasta el 774, se encuentra entre los Picos de Europa y el río Sella. En 1907, el Rey Don Alfonso XIII le otorgó a la localidad el título de Ciudad por su contribución a la historia de España. Entró a formar parte de la red de Pueblos Mágicos de España 2019, gracias a su patrimonio, entorno, tradiciones, fiestas, gastronomía, productos locales, y sobre todo por su calidad de vida".
En el año 722 d.c., se libró la batalla de Covadonga, en la que Don Pelayo derrotó a los musulmanes, dando inicio a la conquista cristiana sobre la península ibérica. Tras su triunfo, se proclamó rey e instaló su reinado. En Cangas de Onís, creó el reino de Asturias, se estableció la primera corte y se habló de recuperar España. Un término que, según algunos historiadores, nace por deformación de la palabra “Hispania”, que es como los romanos llamaban a la Península Ibérica. A Don Pelayo lo siguieron Favila, Alfonso I y Fruela, quienes fueron los que reconquistaron Toledo y luego Granada, haciendo que Cangas de Onís fuera la capital histórica de España.
Historia
Yacimientos paleolíticos
En Cangas de Onís se localizan algunos de los yacimientos paleolíticos más importantes de la prehistoria asturiana. Destacan por sus aportaciones al arte:
las cuevas del Buxu, conserva pinturas, representaciones figurativas a base de trazos negros y una excepcional pieza de arte mueble, el pájaro tallado en un colmillo de oso de las cavernas, y útiles datados hace 18 mil años, se ven pinturas de ciervos o caballos pasando por bisontes.
la cueva de La Güelga, de hace unos 14 mil años y que no se puede visitar, con un fragmento de una flauta tallada en hueso, o un fragmento de asta con tres ciervas. En ella se ha demostrado la coexistencia en el mismo momento de los hombres de Neandertal y el homo sapiens. Geográficamente no pertenece a Cangas de Onís ya que se encuentra en Cardes, descubierta en 1916
Varios siglos más tarde los pobladores neolíticos levantaron grandes estructuras funerarias de las cuales queda hoy el excepcional ejemplo del dolmen de la Santa Cruz, la cámara funeraria aún conserva la decoración pictórica y grabada del dolmen
dolmen de Abamia, que apenas se puede ver nada, pues solo se conserva la losa principal y se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Edad del bronce
se han encontrado diferentes restos de la época en la cueva del Cuélebre, en Santianes y en Güerañu.
Época romana
Se tienen datos registrados sobre este lugar conocido como “Canicas”, y ocupado por pueblos vadinienses, que se resistieron a los romanos durante muchos años refugiándose en los Picos de Europa hasta que fueron conquistados. De esta conquista se conservan lápidas funerarias y se adoptaron muchas cosas, tanto costumbres, como la lengua y la religión. Recuerdo de la presencia romana es el mismo Puente Romano de la ciudad pues, aunque medieval en su apariencia actual, seguramente sustituye a otro de época romana sobre el que pasaría una de las calzadas que comunicaban la zona del centro de la actual Asturias con Portus Victoriae (Santander), y a cuyos lados surgiría el que probablemente sería el primer núcleo urbano de Cangas de Onís. Se conserva un tramo de la calzada que comunica con la zona de la costa en el valle de Cuerres, llamada Calzada de Piedrafita.
Etapa visigótica
Superada una etapa visigótica aparentemente superficial, Cangas de Onís cobra su mayor protagonismo histórico con la sublevación de Don Pelayo contra la invasión musulmana.
Tras la victoria de Covadonga (722) Cangas se convierte en una precaria corte de un incipiente reino que, con el tiempo se convertirá en el Reino de Asturias. Muerto Don Pelayo en el 735 otros cuatro reyes más le suceden en su corte de Cangas durante 57 años, hasta que el Rey Silo decide trasladarse al lugar de Pravia, probablemente por motivos estratégicos, lo mismo que, a la muerte de Alfonso III, sus descendientes deciden trasladar la corte a León, lugar mejor posicionado para el gobierno de un reino cada vez más extenso.
Hay que esperar al trágico suceso de la destrucción del Santuario de ovadonga, en 1777, para que se preste de nuevo atención al “solar de la Nación Española” como se denomina a Covadonga desde la época moderna. La larga recuperación del Santuario, hasta entrado el S.XX será prácticamente el nexo de unión de los grandes acontecimientos de la historia local en los dos últimos siglos: Se suceden las visitas reales de Isabel II, Afonso XII, Alfonso XIII, Juan Carlos I, y Don Felipe de Borbón es proclamado aquí como Príncipe de Asturias. También el Cardenal Roncalli (antes de ser elegido como Papa Juan XXIII) visita el Santuario, al igual que S.S. Juan Pablo II. EN 1978, se celebra simbólicamente en Cangas de Onís la constitución de la Junta General del Principado de Asturias, recogiendo el testigo de la histórica institución para convertirse en el símbolo de la representatividad democrática de la Asturias actual.
Puente Romano (Puentón)
Se construyó en la Edad Media durante el reinado de Alfonso XI de Castilla, sobre el puente original, que se construyó sobre un puente muy viejo, éste sí romano, que unía Lucus Asturum o Lugo de Llanera con Portus Victoriae o Santander y estaba formado por siete arcos, pero ha sido restaurado muchas veces, separa los concejos de Cangas de Onís y de Parres. El «Puente Romano» de Cangas de Onís es un símbolo del concejo. Se declaró Monumento Histórico Artístico en 1931. El puente de piedra, que une las dos orillas del Sella, fue de vital importancia para la comunicación entre Asturias y Cantabria al ser el único paso de piedra que salvaba este caudaloso río hasta el siglo XIX.
En la actualidad presenta dos arcos menores desiguales y un arco central peraltado del que cuelga una réplica en madera de la Cruz de la Victoria. La cruz original se encuentra en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo y se dice que la llevó el Rey Don Pelayo en la batalla de Covadonga.
De los brazos de la Cruz de la Victoria cuelgan las letras griegas alfa y omega, que simbolizan el principio y el fin (la infinita extensión de Dios). Hoy en día, esta cruz es el símbolo más importante de Asturias, aparece tanto en su bandera como en su escudo, en el que reza la frase “Minima Urbium, Maxima Sedium” (la ciudad más pequeña, fue la sede más grande). Esta cruz se colocó en 1939 debido al regreso, tras la Guerra Civil, de la imagen de la virgen de Covadonga que estaba guardada en París.
Parque de la Casa Riera
Paseo por el Parque de la Casa Riera, que empieza con la visita a la Oficina de Turismo. En este edificio de arquitectura indiana, conocido como Casa Riera, construido por la familia Garro a principios del S.XX, se encuentra la oficina de turismo.
Al salir de la oficina puedes continuar con el recorrido por este parque que bordea los ríos Sella y Güeña, pasando por delante de un bonito hórreo, una construcción de madera, típica del norte, que se utilizaba para guardar y conservar los alimentos alejados de la humedad y de los animales, hasta cruzar un Puente de Madera.
Ermita de la Santa Cruz y el dolmen de hace 6.000 años
Situada cerca del Parque de la Casa Riera, en la Avenida Don Constantino González y González. Se trata de un espacio espiritual antiquísimo. La ermita se levantó en el 737 d.C. por orden del rey Favila, segundo rey de Asturias e hijo de don Pelayo, y su esposa, la reina Froiluba, para conmemorar la Batalla de Covadonga. Albergó desde el s. VIII la cruz de roble que se convertiría más tarde en la Cruz de la Victoria. Fue la primera iglesia cristiana que se levantó en Asturias tras la reconquista.
La capilla, de planta rectangular, tiene un pórtico de entrada con una escalera y una capilla, en cuyo interior podemos contemplar a través de una hoquedad del suelo el dolmen.
La ermita de la Santa Cruz se levantó sobre un dolmen funerario que se dispuso allí mismo en el 4.000 a.C. Quedó al descubierto con una rehabilitación posterior a la Guerra Civil y se puede ver en su interior. Hoy día, desde su interior pueden verse los restos del dolmen con la cámara sepulcral rodeada por grandes lajas de piedra de más de 2 metros de altura. Está formado por cinco grandes lajas de piedra y dos más pequeñas con grabados, pinturas, líneas en zig-zag, triángulos y otros signos piqueteados y pulidos.
Según las crónicas de la época en este lugar recibieron sepultura el rey Favila y su esposa, aunque actualmente no se conservan sus restos.
En el interior se encuentra una copia de la lápida de consagración, que se considera el primer monumento literario de la Reconquista.
La Cruz de la Victoria no es la de Pelayo
En el año 908, Alfonso III el Magno regaló una lujosa cruz a la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo que siempre se ha considerado la humilde Cruz de la Victoria que el monarca y su mujer mandaron recubrir y decorar lujosamente.
Pero en 2010 la prueba del carbono 14 dirigida por los arqueólogos Alejandro García-Álvarez del Busto e Iván Muñiz confirmó que la madera del interior de esta cruz correspondía a un árbol talado en época del propio Alfonso III, por lo que no podía ser la cruz que se supone enarboló Pelayo. Perdió fuerza la reliquia, pero no el mito, ya que independientemente de si es la de Pelayo o no, sí es la cruz símbolo de Asturias y de la Reconquista.
El templo fue abandonado con la invasión napoleónica, destruido en la guerra civil y reconstruido en 1950 en el estilo barroco tradicional de la zona.
Iglesia de la Asunción
Se encuentra al final de la calle San Pelayo, los vecinos de Cangas la conocen como la de Arriba. La Iglesia de Cangas de Onís se ubica en la plaza del antiguo Ayuntamiento. Se construyó en 1963 sobre un antiguo templo medieval, es una magnífica construcción en un edificio de tres naves con una torre de 33 metros de alto y espadaña con campanario de tres plantas con 6 campanas. En el interior destacan las Vidrieras de los franceses Maumejean con los cuatro evangelistas y las pinturas del artista asturiano Casimiro Baragaña. La iglesia de Cangas de Onís es obra del arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo y las obras fueron sufragadas por el benefactor cangues don José González Soto.
Frente a la iglesia el jardín triangular, formado por la confluencia de las calles, está presidido por una escultura de tamaño natural del Rey Pelayo, primer Rey de España (como reza la inscripción de su base), obra del escultor Felix Alonso.
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