La Sierra de Bernia y Ferrer es un conjunto de sierras
litorales y prelitorales, caracterizadas por su agreste paisaje, constituye el
límite biogeográfico entre los dominios semiáridos y seco-subhúmedo. Se situada
entre los términos municipales de Benissa, Jalón, Altea, Calpe, Alcalalí,
Tàrbena y Callosa d’En Sarriá. La Sierra de Bernia, actúa a modo de barrera perpendicular
al litoral y hundiéndose en el mar en su extremo oriental por las rompientes
del Morro de Toix, y el barranco del Mascarat, actuando como divisoria natural
entre las dos Marinas.
Se trata de una alineación sub-bética, de dirección
SO-NE hasta su máxima altura, girando a NO-SE conforme se acerca al mar, con una
longitud de unos 9 kilómetros y 1.900 hectáreas. Constituida por calizas
cretáceas en su parte media y eocénicas en el tramo superior, la acción
tectónica ha despejado un violento relieve, perfectamente definido en su
morfología de vertientes de fuerte inclinación y cúspides rocosas. Una cresta
recorre la sierra en casi toda su longitud, con una altura media sostenida de
900 m., que tiene su mayor elevación en el Bèrnia, de 1.128 m. sobre el nivel
del mar, perteneciente al término municipal de Jalón. Dos fallas transversales
limitan la sierra en su longitud: a occidente, la falla de Bolullapor el valle
de Tàrbena y curso alto del Algar, y, a levante, por el barranc del Salat.
Dicen que el nombre antiguo de la sierra era Verdiola, por el verdor de los
densos pinares y la vegetación que la cubría.
Su gran altitud, diversidad ecológica y morfológica, y
proximidad al mar, contribuyen a la existencia de numerosos hábitats y especies
de flora y fauna, entre los que se incluyen numerosas especies endémicas, por
todo ello fue por Acuerdo de 10 de julio de 2001, del Consell, entre los
Lugares de Interés Comunitario (LIC) de la Comunitat Valenciana, en virtud de
la Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la
Conservación de los Hábitats Naturales y de la Fauna y Flora Silvestres.Mediante
el decreto 103/2006 es declarada Paisaje Protegido por la Generalitat
Valenciana
La presencia humana en la Sierra de Bernia y Ferrer se
remonta a tiempos remotos. El interior montañoso de las Marinas fue uno de los
más nutridos enclaves del poblamiento musulmán valenciano. Como ejemplos de la
riqueza patrimonial del espacio natural, producto del asentamiento de las
diversas civilizaciones, pueden mencionarse el Fort de Bèrnia, obra del
ingeniero italiano Giovanni Battista Antonelli, un castillo-fortaleza de vigía
ubicado en las laderas meridionales de la Sierra de Bernia, sobre unas terrazas
a 850 metros de elevación. También puede citarse la Torre de Bernia, en la cima
de la montaña, que data del siglo XIII. Más recientes, aunque de elevado valor
etnológico, son las masías, corrales y abancalamientos de piedra, relacionadas
con la explotación agrícola en las zonas menos abruptas del espacio y elementos
relevantes del peculiar paisaje de montaña que caracteriza el área.
La leyenda del bandolero
Desde tiempos inmemoriales Bèrnia ha tenido una
intensa actividad humana que ha dejado su huella por toda la sierra. Esta belicosa frontera natural esconde
mágicas y antiguas leyendas de la época en la que árabes y cristianos
batallaban por controlar sus dominios. También ha sido tierra de bandoleros, ya que en los siglos XVIII y XIX, e incluso
ya entrado el siglo XX, era lugar de refugio de legendarios bandidos. Según
cuenta la leyenda, uno de los más famosos fue el Enmascarado, que asaltaba
a los viajeros poderosos para favorecer a los pobres. Nadie supo nunca
realmente quién era este Robin Hood, aunque la historia local asegura que se trataba de un joven apuesto de la Vall de
Laguar que desapareció sin dejar huella. Muchos años después, un cuerpo
sin vida apareció en la puerta de la casa donde dicen que nació el bandolero.
El cuerpo estaba vestido de negro e iba encapuchado. Cuando los vecinos le quitaron
la máscara contemplaron, horrorizados, un rostro que con seguridad antaño había
sido bello, pero que se les mostraba horrible y desfigurado por la enfermedad
de la lepra.
La ruta no es muy larga ni
con mucho desnivel pero si técnica al constar de varios pasos aéreos, trepadas
sin mayor dificultad pero en las cuales hay que llevar cuidado, todas están
equipadas bien con cadenas bien con cuerdas. La ruta sigue el PR-CV7 y a partir
del paso del Portixol hay que seguir los puntos rojos que nos irán llevando
hasta la cima y después al fuerte.
FORAT
Pasadizo subterráneo singular y sorprendente, que
comunica la vertiente norte de la sierra con la vertiente sur, con una longitud
aproximada de unos 20 metros y con una altura variable, llegando en algunos
puntos a los 90 cmts,
Puigcampa y el Ponoig |
Pinturas rupestres del’Ermita del Vicari se encuentran en la cumbre
de la sierra, son pinturas
rupestres esquemáticas postpaleolíticas fechadas entre el V y el II milenio
a.C., declaradas Bien Cultural Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998
Inicio de la ascensión por la pedrera del Portixol
Subida por la chimenea del Portixol |
Cima con el Puigcampa y el Ponoig al fondo |
Fort de Bernia
Fue diseñado por el arquitecto militar italiano,
Giovanni Battista Antonelli (autor también del pantano de Tibi), por encargo
del rey Felipe II. Su construcción se realizó en 1562, con el objetivo de
disponer de una eficaz vigilancia y defensa de la zona costera tanto frente a
posibles reacciones hostiles de la población morisca del lugar, como a las
frecuentes incursiones de la flota berberisca por mar. Es una fortificación de
planta cuadrada, con baluartes de planta pentagonal en sus cuatro vértices. En
una extensión de 8.000 metros cuadrados, tenía fosos con puentes levadizos de
cadenas, iglesia, casas para el alcalde, alferes, capellán y el artillero, así
como habitaciones para los soldados, enfermería. Carnicería, horno, almacenes
para la pólvora y alimentos, bodega, garitas y artillería. Contaba con una
doble murallas y un foso seco con forma de estrella de cuatro puntas.
Pero al no ser su principal tarea la defensa de su
emplazamiento, resultó que su elevada situación y excesiva lejanía de la costa
y de las zonas pobladas, un insalvable inconveniente para realizar a tiempo las
misiones defensivas y de control de revueltas moriscas para las cuales había
sido construido. En apenas 50 años se comprobó el poco interés militar que
tenía mantener operativo aquel emplazamiento y se ordenó su desmantelamiento.
En el año 1612, tras su abandono por el ejército, se
procedió a su demolición para evitar que se pudiera convertir en un importante
refugio de bandoleros, que aprovechando lo escarpado del terreno y su situación
fronteriza, habían elegido la comarca como un lugar seguro para escapar de la
justicia.
Desfiladero entre el Morro de l'Aspre i la Bèrnia |
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