jueves, 30 de junio de 2016

SUBIDA AL BERNIA POR EL PORTIXOL

La Sierra de Bernia y Ferrer es un conjunto de sierras litorales y prelitorales, caracterizadas por su agreste paisaje, constituye el límite biogeográfico entre los dominios semiáridos y seco-subhúmedo. Se situada entre los términos municipales de Benissa, Jalón, Altea, Calpe, Alcalalí, Tàrbena y Callosa d’En Sarriá. La Sierra de Bernia, actúa a modo de barrera perpendicular al litoral y hundiéndose en el mar en su extremo oriental por las rompientes del Morro de Toix, y el barranco del Mascarat, actuando como divisoria natural entre las dos Marinas.
Se trata de una alineación sub-bética, de dirección SO-NE hasta su máxima altura, girando a NO-SE conforme se acerca al mar, con una longitud de unos 9 kilómetros y 1.900 hectáreas. Constituida por calizas cretáceas en su parte media y eocénicas en el tramo superior, la acción tectónica ha despejado un violento relieve, perfectamente definido en su morfología de vertientes de fuerte inclinación y cúspides rocosas. Una cresta recorre la sierra en casi toda su longitud, con una altura media sostenida de 900 m., que tiene su mayor elevación en el Bèrnia, de 1.128 m. sobre el nivel del mar, perteneciente al término municipal de Jalón. Dos fallas transversales limitan la sierra en su longitud: a occidente, la falla de Bolullapor el valle de Tàrbena y curso alto del Algar, y, a levante, por el barranc del Salat. Dicen que el nombre antiguo de la sierra era Verdiola, por el verdor de los densos pinares y la vegetación que la cubría.
Su gran altitud, diversidad ecológica y morfológica, y proximidad al mar, contribuyen a la existencia de numerosos hábitats y especies de flora y fauna, entre los que se incluyen numerosas especies endémicas, por todo ello fue por Acuerdo de 10 de julio de 2001, del Consell, entre los Lugares de Interés Comunitario (LIC) de la Comunitat Valenciana, en virtud de la Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la Conservación de los Hábitats Naturales y de la Fauna y Flora Silvestres.Mediante el decreto 103/2006 es declarada Paisaje Protegido por la Generalitat Valenciana
La presencia humana en la Sierra de Bernia y Ferrer se remonta a tiempos remotos. El interior montañoso de las Marinas fue uno de los más nutridos enclaves del poblamiento musulmán valenciano. Como ejemplos de la riqueza patrimonial del espacio natural, producto del asentamiento de las diversas civilizaciones, pueden mencionarse el Fort de Bèrnia, obra del ingeniero italiano Giovanni Battista Antonelli, un castillo-fortaleza de vigía ubicado en las laderas meridionales de la Sierra de Bernia, sobre unas terrazas a 850 metros de elevación. También puede citarse la Torre de Bernia, en la cima de la montaña, que data del siglo XIII. Más recientes, aunque de elevado valor etnológico, son las masías, corrales y abancalamientos de piedra, relacionadas con la explotación agrícola en las zonas menos abruptas del espacio y elementos relevantes del peculiar paisaje de montaña que caracteriza el área.
La leyenda del bandolero
Desde tiempos inmemoriales Bèrnia ha tenido una intensa actividad humana que ha dejado su huella por toda la sierra. Esta belicosa frontera natural esconde mágicas y antiguas leyendas de la época en la que árabes y cristianos batallaban por controlar sus dominios. También ha sido tierra de bandoleros, ya que en los siglos XVIII y XIX, e incluso ya entrado el siglo XX, era lugar de refugio de legendarios bandidos. Según cuenta la leyenda, uno de los más famosos fue el Enmascarado, que asaltaba a los viajeros poderosos para favorecer a los pobres. Nadie supo nunca realmente quién era este Robin Hood, aunque la historia local asegura que se trataba de un joven apuesto de la Vall de Laguar que desapareció sin dejar huella. Muchos años después, un cuerpo sin vida apareció en la puerta de la casa donde dicen que nació el bandolero. El cuerpo estaba vestido de negro e iba encapuchado. Cuando los vecinos le quitaron la máscara contemplaron, horrorizados, un rostro que con seguridad antaño había sido bello, pero que se les mostraba horrible y desfigurado por la enfermedad de la lepra.

La ruta no es muy larga ni con mucho desnivel pero si técnica al constar de varios pasos aéreos, trepadas sin mayor dificultad pero en las cuales hay que llevar cuidado, todas están equipadas bien con cadenas bien con cuerdas. La ruta sigue el PR-CV7 y a partir del paso del Portixol hay que seguir los puntos rojos que nos irán llevando hasta la cima y después al fuerte.
 
 
 
 
 
 
 
FORAT
Pasadizo subterráneo singular y sorprendente, que comunica la vertiente norte de la sierra con la vertiente sur, con una longitud aproximada de unos 20 metros y con una altura variable, llegando en algunos puntos a los 90 cmts,
 
 
 
Puigcampa y el Ponoig
  
Pinturas rupestres del’Ermita del Vicari se encuentran en la cumbre de la sierra, son pinturas rupestres esquemáticas postpaleolíticas fechadas entre el V y el II milenio a.C., declaradas Bien Cultural Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998
 
 
 
 
 
Inicio de la ascensión por la pedrera del Portixol
 
 
 
 

 

Subida por la chimenea del Portixol
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cima con el Puigcampa y el Ponoig al fondo
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fort de Bernia
Fue diseñado por el arquitecto militar italiano, Giovanni Battista Antonelli (autor también del pantano de Tibi), por encargo del rey Felipe II. Su construcción se realizó en 1562, con el objetivo de disponer de una eficaz vigilancia y defensa de la zona costera tanto frente a posibles reacciones hostiles de la población morisca del lugar, como a las frecuentes incursiones de la flota berberisca por mar. Es una fortificación de planta cuadrada, con baluartes de planta pentagonal en sus cuatro vértices. En una extensión de 8.000 metros cuadrados, tenía fosos con puentes levadizos de cadenas, iglesia, casas para el alcalde, alferes, capellán y el artillero, así como habitaciones para los soldados, enfermería. Carnicería, horno, almacenes para la pólvora y alimentos, bodega, garitas y artillería. Contaba con una doble murallas y un foso seco con forma de estrella de cuatro puntas.
Pero al no ser su principal tarea la defensa de su emplazamiento, resultó que su elevada situación y excesiva lejanía de la costa y de las zonas pobladas, un insalvable inconveniente para realizar a tiempo las misiones defensivas y de control de revueltas moriscas para las cuales había sido construido. En apenas 50 años se comprobó el poco interés militar que tenía mantener operativo aquel emplazamiento y se ordenó su desmantelamiento.
En el año 1612, tras su abandono por el ejército, se procedió a su demolición para evitar que se pudiera convertir en un importante refugio de bandoleros, que aprovechando lo escarpado del terreno y su situación fronteriza, habían elegido la comarca como un lugar seguro para escapar de la justicia.
 
 
Desfiladero entre el Morro de l'Aspre i la Bèrnia 
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